sábado, 3 de marzo de 2012

Bastos vástagos (¿Quién quiere casarse con mi hijo?)

Muy pocas veces en la historia de la televisión española hemos tenido la oportunidad de asistir a un proceso de cortejo  entre solteros desesperados; a un sistema de citas chico-busca-chica; o a un reality en el que los prototipos más vulgares y explotados de la sociedad se vieran perfectamente representados. Quizás exagere un poco. O bastante. No sé, a lo mejor les suenan formatos de la (dudosa) talla de Mujeres, hombres y viceversa, Granjero busca esposa, I love Escassi, Elígeme y una interminable lista de dating shows.
Hace muy pocas semanas se estrenaba en Cuatro uno de estos programas que suponen la oportunidad perfecta de aumentar nuestro bagaje cultural y permiten ampliar nuestros horizontes conversacionales con la peluquera del barrio. Para aquellos que aún no sepan a qué me refiero, hablo del fenómeno televisivo de moda: ¿Quién quiere casarse con mi hijo? (y visto el panorama, entendería un grito que al unísono clamara ¡nadie!)
El programa conducido por Luján Argüelles, que parece haberse convertido en La Celestina contemporánea, es un ‘copia y pega’ de sus predecesores: situaciones cotidianas llevadas al extremo, naturalidad ausente en todas y cada una de las citas y aires de dramatismo que provocan risa. No obstante, destaca la entrada en escena de un nuevo actor. Y es que, tras el éxito mediático de “Mari Ganchillo”, la señora que juzgaba en silencio cada movimiento de MYHYV mientras le daba al hilo y a la aguja -y que no dejaba de ser representante de esa abuela que, cabizbaja pero con una mirada casi maldita, sentencia “esa niña no es de fiar” tras conocer a tu nuevo ligue-, era de esperar la cesión de protagonismo a una figura del entorno familiar: las madres.
La abuela de uno de los participantes en el programa actuando como Mari Ganchillo

Racistas, clasistas, sexistas… las hay de todo tipo. Madres que quieren que sus nueras “no tengan cara de golfa”, pero que sean “buenas lobas en la cama” o  que sepan planchar y lavar como sinónimos imprescindibles de la mujer perfecta. Las hay incluso quienes no quieren novias negras para sus hijos porque “huelen mal y están como descuidadas”, mientras que otras “tienen amigas de color y lo llevan fenomenal, oye”. Y de tal palo tal astilla, porque así han salido sus pequeños retoños: para echarles de comer aparte.
La mayor parte de dudas generadas en la web se resumen en una pregunta tan simple como ‘¿Está todo esto guionizado?’, aunque reflexionando en profundidad y  haciendo un esfuerzo intelectual algo más elevado, nos surgen otras como ‘¿Qué quiere conseguir la madre del informático maquillándose de esa forma?’, ‘¿Qué le picaba a Sandrita, la pretendienta-exactriz porno, el día de la presentación?’ o ‘¿Es la única neurona que parece tener David, el químico stripper, la que hace que su nota media sea, según afirma, dos puntos superior a la media de su carrera?’. De todos modos, las respuestas nos dan igual. Al populacho no nos importa que nos mientan, de hecho nos encanta; pero por favor, ¡que nos mientan bien!


Tímido ritual de cortejo entre dos de los concursantes.

Por último, y como no podía ser de otra forma, cabría destacar los sentimientos de todo tipo que ha desatado en twitter este fenómeno paranormal. El hashtag oficial  -e interminable- del programa (#quienquierecasarseconmihijo) ha sido eclipsado por uno mucho más adecuado –y en beneficio de nuestros caracteres, corto-: #hijostróspidos. El vocablo gallego que hace ya unos cuantos años puso de moda un bloguero coruñés define a la perfección la personalidad de estos solteros: caducos, feos y estropeados; pero sobre todo sus respectivos cerebros: “algo que se estropeó, que funciona, pero de una forma muy irregular”.

Omar López García @lemonbiscuit1

1 comentarios:

  1. No pude salir más de mi asombro cuando vi el tímido ritual de cortejo entre dos concursantes.

    Creo que transmites bien el sentimiento que toda persona digna - sea hombre o mujer - siente al ver un reality del nivel de "¿Quién quiere casarse con mi hijo?".

    Realmente no sé qué clase de personas son capaces de exponerse a tal humillación en televisión y mucho menos quien aconseja a las madres sobre maquillaje y vestuario.

    Denigrante y bárbaro, o nos lo tomamos a risa o vamos planeando una sesión de suicidio colectivo.

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