domingo, 4 de marzo de 2012

Detonante para la exploración de la propia maldad

Si bien el libro de George Bataille, La literatura y el mal, fue publicado por primera vez en 1957, me resulta relevante el hecho de que se haya reeditado de manera constante desde esa fecha hasta nuestros días. Este pequeño artículo ahonda un poco en los conceptos que Bataille desarrolla en su libro con la principal intención de despertar, en cualquier persona ávida por conocer, el interés necesario para comenzar a explorar a un autor tan fascinante.
En su libro La literatura y el mal, George Bataille explora una serie de temáticas muy interesantes relacionadas con el oficio de escribir. Para Bataille, el mal, como concepto, sufre un desdoblamiento y la parte que nos interesa de él es la que se refiere a la violación de ciertos tabúes, sobre todo sociales o morales. Desde el sentido de que si en la literatura no hubiera mal, esta se volvería aburrida, pero, sobre todo, falsa. El escritor, por tanto, debe aspirar a una perspectiva desagradable de la vida que proporcione tensión a su obra. Tiene mucho que ver con la conocida culpabilidad que grandes autores como Baudelaire o Kafka sintieron al escribir, por el mero hecho de ser escritores. Una culpabilidad infantil, en gran medida, que les permite aproximarse a la literatura desde el prisma de un niño y abordarla desde múltiples perspectivas. El mal al que se refiere en el título de su libro Bataille es la confrontación con el peligro que todo escritor debe asumir para acercarse al ser humano desde cualquier punto y sin ideas preconcebidas.
 “Únicamente la literatura podía poner al desnudo el mecanismo de la trasgresión de la ley (…). La literatura no puede asumir la tarea de ordenar la necesidad colectiva (…) La literatura representa incluso, lo mismo que la trasgresión de la ley moral, un peligro (…) Es irresponsable. Nada pesa sobre ella. Puede decirlo todo”.

Bataille aborda una serie de conceptos que son imprescindibles para todo artista. La lectura, en sí, se convierte en una revelación, es inspiradora y, sobre todo, mueve a la acción y a la búsqueda de la vida.
Hace que el sujeto se plantee hasta qué punto está viviendo su vida y, a su vez, hasta que punto podría llegar a vivirla. Digamos que el mal se convierte en un valor del que podemos disponer – o al que aspiramos o deseamos disponer – para hacer nuestra existencia más pura y completa, más cercana a “vivir la vida y no vivir preocupándonos de conservar la vida”.
La fugacidad se mezcla con el deseo de ser mínimamente como cualquiera de los autores de los que Bataille nos habla en sus ensayos, de sentir tan profundamente y de acercarse tanto a la poesía y a la realidad como ellos. Recuerda, en parte, a esos deseos reprimidos que plantea Freud, cuyo reconocimiento puede liberarnos; pero, sin duda, va más allá, incitándonos a no reprimir nada en literatura, aunque nos acerque al mal. También, inspira y anima a la experimentación de sensaciones y emociones. En definitiva, tener autoconciencia de dónde estoy y qué es lo que estoy sintiendo; también de cómo he llegado a ese punto y si quiero estar ahí. Experimentar a escribir desde la ansiedad, la alegría o la depresión. Explorar todas las posibilidades que tengo a mi alcance sin miedo.
Su lectura, además, abre nuevas vías en la concepción que cualquiera puede tener sobre la literatura, ampliando la visión que el escritor debe tener sobre la disponibilidad de sensaciones y temas. En especial, en el sentido de que se trata de un arte libre, que no tiene que responder a la ley ni seguir la moral, porque está abarcada y regida por una hipermoral, que al punto de entenderla, es sistemáticamente clarificadora: “ruptura con el mundo para abarcar mejor la vida en su plenitud”. Hace que los sentidos se encuentren y que queramos acercarnos al mal – y que nuestros textos, nuestras reflexiones o nuestros personajes lo hagan también – para que sean más reales y más libres; nos incita a la exploración de nuestros propios límites morales, sociales e, incluso, corporales. La revelación de que como artistas, ese acercamiento hacia el mal – incluso esa caída en el mal – y la desvinculación total con la moral, con las expectativas sociales, nos acercan a las verdades más íntimas del ser y a una serie de temas que son fascinantes.
Siento que plantea un punto de inicio desde el que abarcar la escritura. La necesidad de ahondar hasta llegar a entender dónde me encuentro. La necesidad de libertad mental que debemos llegar a lograr para poder tener un punto de partida digno desde el que escribir.
La literatura y el mal se divide en capítulos que recogen los ensayos de Bataille sobre la vida y obra de diferentes autores: Emily Brönte, Baudelaire, Michelet, William Blake, Sade, Proust, Kafka y Genet. Muy recomendable para cualquiera interesado en la literatura como lector o como escritor.

Amanda Franco Ortiga @AmyHazelnut

1 comentarios:

  1. Para mí, hace ya bastantes años, a los 20 aproximadamente, Bataille fue un autentico descubrimiento y "la literatura y el mal" mi libro de cabecera. Me ha encantado tu artículo, te felicito por ello

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