sábado, 3 de marzo de 2012

Entrevista a Álvaro Martínez


Cuando no tengo trabajo, me lo invento


Álvaro Martínez Majado, nacido el 15 septiembre del 88, es en su blog un auténtico hombre orquesta. Habla, en 3 idiomas, de temas tan dispares como Bertrand Russel o el LHC, al tiempo que da ayudas para GNU/Linux. En PopPol creemos que las entrevistas deben ser  interesantes más por lo que se dice que por quién lo dice, así que decidimos que Álvaro podría ser el indicado para iniciar las entrevistas de la web. Os dejamos con ella, es un poco larga, esperemos que os resulte edificante.


Buenas noches, Álvaro. A tus 23 años, sorprende lo heterogénea que es tu experiencia. Mirando tu currículum hemos podido comprobar que tu carrera profesional va desde ayudar con la traducción de una versión de Mozilla Firefox hasta administrar un portal de música gratis en catalán. ¿Cómo te has metido en todo esto?
Á: Porque cuando no tengo trabajo me lo invento, supongo. Respecto a las experiencias que comentáis,  la traducción de Mozilla surgió en un Congreso en Barcelona, pero fue una colaboración, y el portal de música es un proyecto personal con un par de amigos. Además, otras experiencias me han permitido aprender algunas cosas.


¿Teniendo esto en cuenta, te consideras un emprendedor?
Á: Bueno, un emprendedor en el sentido de alguien a quien le gusta iniciar proyectos y tirarlos para adelante seguro que sí, pero hay otras connotaciones de la palabra que me dificultan catalogarme como tal. En primer lugar, tengo tantas dificultades como cualquiera para lanzar mis proyectos, algunos no he conseguido que se financiaran. Por otro lado, hay que tener cuidado con la palabra, no vayamos a acabar diciendo a la gente que está en paro, como yo hace algunos meses, que es culpa suya porque no emprende.


¿Qué consideras que es un emprendedor en un mundo 2.0? ¿Se puede crear valor social, además de simplemente ganarse la vida?
Á: Digamos que sobre todo Musicalliure.cat y Noticies d'In van en esa línea de promover proyectos con valor social, estos promueven en concreto la lengua y cultura catalanas y por tanto  la cultura en general. Lo de ganarse la vida es más complicado. Antes de la irrupción de Internet quizá existían proyectos con proyección social que eran imposibles, quisieras ganarte la vida o no con ellos. Ahora, si renuncias a ganarte la vida con ellos quizá los puedes llevar a cabo. Conseguir dinero para este tipo de proyectos no es imposible, hay gente que lo ha hecho, pero es muy complicado. Además, a medida que renuncias a más audiencias, tanto porque eliges un idioma sin demasiados hablantes, como por selecciones temáticas o cualquier otra circunstancia, se vuelve más difícil conseguir apoyo de anunciantes, que es la forma de financiación más clásica.


Respecto a los idiomas, nos ha parecido bastante curioso que tu blog contenga entradas en tres idiomas distintos: catalán, castellano e inglés. ¿Por qué tomas esta decisión?
Á: Catalán y castellano porque me comunico mucho en ambos idiomas, aunque el que ocupe las horas de mi vida sea el catalán. Respecto al inglés, cuando hacía la carrera subía al blog todos los trabajos que hacía, y algunos eran en inglés (por decisión de la Universidad –Pompeu Fabra, Álvaro estudió Humanidades-). La verdad es que me gustaría tener más tiempo y más conocimientos para traducir algunas entradas al inglés, ya que algunas como las que tienen que ver con cuestiones de informática podrían llegar a más gente interesada. 


Volviendo al tema jóvenes y empleo, con los cambios que ha habido en las últimas décadas, tanto a nivel legislativo como de funcionamiento empresarial, parece inconcebible tener un trabajo estable y bien remunerado para toda la vida. ¿Cómo puede un joven titulado hacerse hueco en el mundo laboral?
Á: No descubro nada si digo que es muy complicado. Está la vía clásica, tirar currículums y esperar que alguien te contrate, algo que cada vez funciona menos –en realidad, todo funciona menos-. Además, está la opción de hacerse muy visible, algo que no es nada sencillo, ya que uno tiene varios intereses y centrarse en un único campo implica haber dedicado tiempo a pensarlo. Y ahí está la opción de la auto-ocupación, algo que he intentado y voy a seguir intentando.


Por otro lado, en tu currículum te calificas como Social Media Manager. Últimamente se venden estas profesiones, SMM, Community Manager, como la panacea, esos trabajos que nos van a sacar de pobres a los jóvenes. ¿Qué es exactamente un Social Media Manager y cómo se forma? ¿Es la gallina de los huevos de oro?
Á: Antes que nada, diría que es un puesto más que una profesión. Respecto a qué es, digamos que es alguien que comunica teniendo en cuenta un canal, Internet, que es más nuevo que otros. Digamos que es aquel que pretende trasladar unas cosas a una audiencia teniendo en cuenta que esas comunicaciones deben extenderse por unas redes de confianza, en las que yo me voy a fiar más de un enlace o comprar en una tienda de electrónica si me lo ha recomendado un conocido que si lo veo en la pantalla de televisión. Respecto a la formación, yo no tengo ninguna específica, aunque alguna competencia tendré (risas). No sabría decir qué formación reglada es la más adecuada. Comunicación desde luego, periodismo…marketing seguramente también. En cuanto a la gallina de los huevos de oro, se juega mucho con esto, hay mucho vendedor de humo. Es razonable tener alguien que controle de redes sociales, probablemente. Falta perspectiva, desde ya os digo que no hay un número infinito de puestos de trabajo.


Llama la atención que muchas empresas rentables de Internet, como Facebook o Twitter, ganan mucho dinero gracias a los contenidos que aportan los usuarios. ¿Se pueden crear redes sociales en las que el usuario obtenga algo a cambio de este valor que aporta?
Á: Sí, ha habido varios intentos, no exactamente interfaces sociales, pero sí en la línea de creación de contenidos. Estuvo el proyecto Soitu, digital de Sindo Lafuente, ahora en El País. No era exactamente una red social ni recuerdo demasiado el funcionamiento pero en una sección que se llamaba “Uno de los nuestros” permitía a los usuarios recibir dinero a cambio de escribir algunos temas siempre que éstos fueran seleccionados. Además está Flattr, en la que puedes seleccionar aquellos proyectos que te gustan cada mes, y al final una cantidad que tú has fijado de tu cuenta de Paypal, por ejemplo 2 euros, se reparte entre todos ellos. Estas redes sociales que remuneran al usuario participan del conjunto de intentos de hacer pagar por contenidos digitales. Hay dificultades enormes para que funcionen, Soitu no tuvo continuidad.


Musicalliure.cat, proyecto que tú impulsaste, es un ejemplo de esto, aunque no suponga una remuneración directa para los artistas. ¿Nos podrías explicar su funcionamiento, cómo se financia?
Á: En musicalliure.cat los creadores de piezas musicales pueden registrarse y subir sus canciones, siempre y cuando cumplan con unos requisitos: el primero es que las piezas deben ser en catalán o instrumentales; el segundo, deben contar con una licencia de copyleft flexible, del estilo de Creative Commons o GPL…Se pretende asegurar que la gente sepa que nadie va a perseguir a los aficionados a esas piezas si las comparte. Se genera un perfil al artista, hay una mínima interacción con el resto de usuarios, puede señalarlos como amigos, y ahí quedan sus canciones para que cualquier oyente pueda descargarlas. A través de un sistema de eventos, el seguidor está enterado de conciertos o cualquier otro acto que incluya su participación. La idea es por un lado ayudar a los grupos de música a promocionar su trabajo y, por otro, que los oyentes de música en catalán tengan un lugar donde puedan descargar canciones sin padecer por circunstancias legales.
Respecto a cómo se financia, el servidor está donado por una asociación (Xadica, vinculada a un foro llamado Racó Català), y además están las horas que metemos Arnau Julià y yo. Los gastos del dominio los asumimos nosotros y no percibimos ingresos.


P: Respecto a licencias libres, ¿consideras que pueden ser exportables a otras formas de creación como la literatura o el cine, de una forma que permita a los autores vivir de su trabajo?
Á: Está claro que no dar conciertos es una complicación añadida. Que la gente copie contenidos digitales es inevitable, ya que el coste marginal de éstos es 0. Así, hay que considerar si existe alguna alternativa. Cory Doctorow es un autor que por ejemplo te da su libro gratuitamente y cuando tú lo quieras regalar a otra persona porque te ha gustado, se lo pides y él te lo manda dedicado a cambio de un precio. Evidentemente, algún autor dirá que esto es muy cansado (risas). Pero en fin, hay gente buscando cambiar este modelo, vale la pena darle vueltas al tema.


Estás implicado en muchos proyectos, entre ellos este del que hemos estado hablando, que de alguna manera fomentan la cultura y la lengua catalanas. Cataluña es visto como un lugar muy cosmopolita ¿Puede funcionar la reivindicación de la cultura propia como un mecanismo de integración para quienes vienen de fuera?
Á: El catalán es esencial en ese sentido, desde luego, también en un concepto de cohesión social en sentido amplio, tanto para las personas venidas de España como para las que lo hagan desde más allá de las fronteras del Estado. Aun así, hay dificultades para que lo sea, hay incluso una recomendación promocionada en algunos momentos por el gobierno catalán para que la gente no cambie al castellano sistemáticamente sin preguntarle antes porque quizá quiera practicar el catalán.


Cambiando de tema, afirmas que los movimientos sociales te interesan como fenómeno. En revueltas como las primaveras árabes, Occupy Wall Street o el 15M han tenido gran importancia Internet y las Redes Sociales. Queríamos preguntarte si crees que las redes sociales son un arma contra el poder establecido o un nuevo opio del pueblo, como se dice en ocasiones, a las dos cosas a la vez.
Á: Cuando digo que me interesan como fenómeno, es porque me interesa qué lleva a un grupo de gente a reclamar una serie de cosas con pretensión transformadora, a pesar de todos los obstáculos que existen para romper con una cotidianeidad más o menos cómoda. Me parece que no es lo habitual, por eso me refiero a ello como fenómeno, y el catálogo de razones puede ser bastante enriquecedor.
En cuanto a la pregunta, yo diría que las redes sociales no son ninguna de las dos. Hay cosas nuevas que provocan o fascinación o miedo. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con Internet crea o posturas muy adversas –“nos está quitando el trabajo” o “los niños no estudian porque existe Internet”- o  un discurso curiosamente épico.  Twitter es idóneo para enviar información inmediatamente, cuando uno está en una manifestación con potencialidad para derrocar al sistema establecido, como en el caso del que hablabais de la primavera árabe. Esto reporta unos beneficios obvios. La cuestión es que Twitter no funciona por sí solo, tiene que haber activistas detrás, y los activistas son offline por definición. Además, no podemos olvidar un problema de las redes sociales: son centralizadas y, por ello, fácilmente abatibles. En definitiva, es cierto que las redes sociales permiten distribuir rápidamente información y tienen otras utilidades, pero no las catalogaría en ningún caso como la quintaesencia del activismo.


Para terminar, una de tus últimos textos apareció en Público. Con el cierre de su edición impresa, puede aparecer la idea de que es imposible que medios “distintos” lleguen a audiencias masivas. ¿Qué opinas de esto? ¿Alejarse del modelo periodístico tradicional y triunfar es un oxímoron?
Á: No creo que sea una cuestión de contenidos, o al menos no es lo más importante. El formato de los periódicos impresos en papel se está agotando y todos están pasando por situaciones complicadas, se me ocurren dos o tres cabeceras más que están en auténtico peligro. Para salir de esta, los creadores de contenido deben considerar necesariamente una comprensión lo más profunda posible de los algoritmos que entran en juego,  de la misma manera que tú no podías obviar al quiosquero cuando te dedicas a la distribución de contenidos diarios analógicos, no tiene mucho sentido que obvies cómo funciona el robot de Google. Si ambos esconden tu publicación, no la va a leer nadie. Además, hay que tener en cuenta una cierta cultura asociada a una transformación de la profundidad que significa Internet. Hay diferencias sustanciales en cómo desarrollar productos culturales antes y después de Internet, igual que pasó con la imprenta. Hablábamos antes del coste marginal, no se pueden seguir cobrando los contenidos como si fueran algo tangible. Me parece muy complicado que algo triunfe sin tener en cuenta estos dos elementos.  

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