El 29 de Septiembre de 2010 CCOO y UGT convocaban
la huelga general contra la reforma laboral del PSOE. Las redes estudiantiles
se organizan para participar conjuntamente pero como bloque propio. Exactamente
18 meses después, el 29 de Marzo de 2012, los sindicatos vuelven a llamar a la
huelga y todo el espectro del 15M se organiza para que ésta sea un éxito.
El 9 de Marzo de 2012, la FIOM
(sindicato metalúrgico italiano) convoca la huelga general en el sector,
rompiendo la paz social impuesta por su sindicato federal (CGIL). Las redes de
centros sociales participan en la manifestación de Roma que es un éxito pese al
efecto Monti. Los lemas del sindicato conjugan el rechazo de la reforma laboral
con la petición de la renta garantizada (petición histórica de los movimientos
sociales italianos).
¿Podemos entender estas dos escenas
como realidades conectadas, más allá de una vaga noción de rechazo al
neoliberalismo? ¿Podemos empezar a pensar en un movimiento europeo o
euromediterráneo?
El primer elemento claro es que
estas escenas se conectan a través de aquellos que las han provocado, unos
dirigentes que en muchos casos identificamos con la troika del BCE, FMI y
Comisión Europea, pero que cuentan con el beneplácito de todos aquellos
gobernantes que Juventud Sin Futuro identifica con el R€gimen: banqueros,
políticos, organizaciones internacionales, hedge-founds...
Estos, mediante una serie de
reformas diversas en cada país pero a la vez comunes, están imponiendo un ciclo
de la economía pública basado en la austeridad y que en el mundo del empleo
tiene unas connotaciones específicas. Una reforma que viene de lejos y que
tiene su inicio en las islas británicas con la operada por Margaret Thatcher,
que tuvo como oposición la huelga de la minería de 1984; pero que fue
plenamente desarrollada por los socialdemócratas alemanes de mano de Schröder y
ahora se traduce en las reformas laborales que se aprobarán en Italia y España.
Unas reformas laborales que tienen
dos mensajes, uno público y uno privado. El público se dirige a unas
generaciones desencantadas y hartas de un mercado laboral de
primera-privilegiado y uno de segunda-precario; en este sentido se dice que las
reformas quitan privilegios para igualar derechos. Pero el mensaje real a TODA
la población es que el pacto social se debe renegociar, es el intento por
suprimir las herramientas de gestión colectiva del conflicto laboral y retornar
al modelo de negociación individual, aislada, en el que el empresario pueda
imponer su fuerza de forma inmediata.
Por ello, tal como se está
desarrollado la reforma laboral se están estructurando los movimientos de
oposición a nivel europeo (15M, occupy, CSO...), traduciendo sus propuestas.
Esta traducción se torna fundamental pues el sueño de ver Madrid o Roma como
Atenas (pudiendo intercambiar las ciudades) no es más que una ilusión. Las
realidades históricas diversas, los actores implicados muy diferentes, la
incidencia de la crisis que no es la misma o del desarrollo del capitalismo son
elementos muy determinantes para que empecemos a pensar en cómo se traducen las
luchas.
Debemos comprender la traducción
como herramienta política. Una herramienta que nos sirva para entender los
procesos históricos que nos rodean y los podamos implementar en nuestra realidad
para que nuestras acciones sean más efectivas. Pero entender que esto no será
más que una de las muchas herramientas que podemos usar, es decir que no
podemos simplemente traducir experiencias, debemos también ser capaces de
innovar y de atrevernos a poner en práctica dichas novedades.
Uso el concepto de traducción pues
entendemos que las experiencias de otras realidades, por mucho que nos gusten,
no pueden ser imitadas sin más, al igual que las reformas laborales no son
copias una de otra. Las prácticas deben pasar por un proceso que nos permitan
separar lo que nos sirve tal cual, lo que se debe adaptar y lo que debemos,
simplemente, obviar. Al igual que en una traducción real, si simplemente se
cambia el idioma de las palabras no se comprende prácticamente nada, se debe
modificar las estructuras del lenguaje, comprender las diferentes acepciones de
las palabras, atender a la receptora del mensaje y añadir referencias
socio-culturales que den sentido al mensaje emitido en otra realidad.
En España se ha repetido hasta la
saciedad que debíamos fijarnos en el modelo de “minijob” alemán, un modelo que prioriza la utilización de las
trabajadoras en puestos de poca duración y con salarios reducidos. En Italia se
habla de un nuevo conjunto de amortizadores
sociales (subsidios que ayuden a superar la crisis de empleo). En ambas
propuestas la idea es la misma, desincentivar a las precarias hacia la alianza
con los sindicatos “clásicos”.
La traducción de luchas que
observamos en el sur de Europa pasa por comprender la reactivación de todo el
mundo del trabajo (desde una visión muy amplia). Pero para ello se necesita
empezar a tender puentes entre quienes llevan años esperando que la crisis del
empleo fordista pase de largo y aquellas que se tornan incapaces de organizar
una lucha de masas (y duradera) en torno a nuevos modelos de explotación de la
producción social y precaria.
La propuesta de los centros sociales
del área de la autonomía italiana es la alianza entre las redes que trabajan la
precariedad y el sindicato metalúrgico FIOM (proveniente de la experiencia de
sindicalismo comunista). Una alianza que se lleva realizando
desde hace unos meses y que ha tenido su primer acto de masas en la
manifestación nacional contra la reforma laboral del 9 de Marzo. La estructura
de la alianza parte de la realidad de los centros sociales inmersos en varias
redes superpuestas a nivel local y nacional. La constitución y desarrollo de
discurso por parte de estas redes aporta al movimiento una variedad de análisis
y una vivacidad que hace los contactos algo lento pero poco a poco más
profundo, como se reflejaba en los lemas (Reconquistar el contrato desde la
FIAT/ extender el empleo, los derechos y el artículo 18 -prohibición del despido
improcedente-/ Garantizar la renta -como salario social- y la ciudadanía). Todo
ello a pesar de que tras los gobiernos Berlusconi y la irrupción de Monti
(apoyado por todo el arco parlamentario y no molestado por el sindicato
ex-comunista, y al cual esta federada la FIOM, la CGIL -responsable de una paz
social sólo rota tras el anuncio de una reforma bastante agresiva-) el país se
encuentra en un proceso de catarsis que no sabe si apoyar las medidas de
“salvación” o rechazar el gobierno neoliberal.
La propuesta madrileña en torno a la
huelga general del 29M será similar. El proyecto unificador es TomalaHuelga,
plataforma que une a la mayoría de los sectores del 15M y que reivindica la
acción colectiva para las que les cuesta verse represeantadas en el panorama
sindical. Esto ayudará a generar una afinidad en un campo de la política que en
Madrid está un tanto abandonado por los movimientos sociales, el mundo del
empleo y en especial del empleo precario.
Más complicada será una eventual
alianza con las estructuras sindicales: el papel que CCOO ha tenido en el
gobierno Zapatero le separa en gran medida de muchas de las participantes de TomalaHuelga. Los sectores críticos
pueden jugar un papel fundamental pero han de estar abiertos a otras propuestas
políticas que se salen de lo "tradicional". Existe también un
sindicalismo crítico encabezado por CGT que ha plantado cara a los gobiernos
socialistas y que ahora mismo tiene una estrategia de diferenciación absoluta
con los sindicatos mayoritarios (de tal manera que en la huelga harán una
manifestación completamente separada, como viene siendo habitual), lo cual
dificulta la elección de quiénes son nuestros aliados sin entrometerse en los
conflictos internos de la política sindical.
Pero frente a ello debemos tener
claro que el conflicto social debe encaminarse a modelos similares, como
similares son las reformas. Hay que buscar tener puentes con quien se pueda y
de manera que las relaciones sean beneficiosas para todas.
La traducción nos impone que el
mensaje se lea de forma clara, es necesaria la rearticulación del trabajo para
afrontar la fase de conflicto que se abre a partir de ahora. Es fundamental
comprender que la dinámica histórica postfordista ha hecho coincidir a dos
realidades del trabajo diversas pero que tienen los mismos objetivos, recuperar
su vida y comenzar a organizarse por sí misma.
Las alianzas entre sindicalismo y
precariedad deben entenderse con apertura de mente por ambas partes y con
generosidad por parte de todas. Desarrollando procesos de autonomía en el seno
de las organizaciones tanto sindicales como de lo social, desde las que tomar
líneas políticas trasformadoras para la nueva situación que aparece en el
horizonte. Reconozcamos que nuestras prácticas y nuestros discursos hoy se
encuentran lejanos pero reconozcamos nuestro valor: los sindicatos siguen
siendo organizaciones de masas (como han demostrado recientemente) y que el precariado
es una realidad nueva de explotación de trabajo vivo y no una mera comparsa de
las dinámicas políticas laboristas, como fueron las estudiantes en los años
60-70.
Por ello debemos saber que la Huelga
es de todas: Trabajadoras de fábrica, estudiantes, precarias, empleadas,
empleadas del hogar, migrantes...
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