El cuarto disco de Matisyahu, Spark Seeker, ha visto hoy por fin la luz. Aunque el cantante está completamente consagrado en el mundo del reggae, el giro musical –y, por qué no decirlo, físico- experimentado en este nuevo álbum promete aupar su fusión judeo-reggae-rock-beatboxiana a lo alto de las listas de éxito de todo el mundo. Veamos qué podemos encontrar en Spark Seeker y cómo este nuevo trabajo representa un nuevo paso para Matisyahu en la aparentemente interminable búsqueda de su identidad y su lugar en el mundo, su jeshbon hanefesh.
De
partida, el nombre llama la atención. Matisyahu es una pronunciación del nombre
hebreo bíblico Mattathias, el equivalente a Mathew –el verdadero apelativo del
cantante es Mathew Paul Miller-. Mathew, nacido en Pennsylvania en 1979, creció
en la ciudad dormitorio de White Plains, cerca de Nueva York. Acudió a una
escuela hebrea y creció dentro de las enseñanzas del judaísmo, hasta que,
sintiéndose preso de la tradición en su tierna adolescencia, abandonó la
escuela y adoptó un estilo de vida hippie, fumando cannabis, dejándose rastas,
aprendiendo beatboxing, escuchando a Grateful Dead y siguiendo a la banda de
rock-fusión Phish en sus tours por América. El consumo de alucinógenos y otras
drogas, respondía, según él, a una búsqueda de un camino, de su verdadero Dios.
Todo cambiaría en 1995.
A los 16 años, Mathew
pudo participar en un programa bimestral en Hod Hasharon, ciudad israelí, que
permitía a los jóvenes estudiantes explorar de primera mano la herencia judía y
formarse una identidad propia. Esa experiencia tuvo tal influencia en Mathew,
que convirtió a un joven rebelde y en peligro de convertirse en un auténtico
drogadicto en un judío ortodoxo que respondía al nombre de Matisyahu. La
entrada formal en la disciplina judía se produjo cuando contaba 19 años,
momento en el que ingresó en el movimiento jasídico Lubavitch, en Brooklyn,
creencia y comunidad en torno a la que organizaría su vida y en la que se
mantendría hasta 2007.
La música, igual que la religión, siempre ocupó un lugar capital en la vida de Matisyahu. Se especializó en hip-hop y beatboxing en la adolescencia, actuando entonces bajo el sobrenombre de MC Truth- apelativo tras el que quizá se esconda el origen de nuestro Verdad MC-, y su indudable talento no pasó desapercibido para la JDuB Records, una empresa discográfica sin afán de lucro que promociona a artistas judíos. En 2004, lanzó bajo ese sello su primer disco, Shake Off the Dust...Arise.
Con ese CD, y uno en
directo que lanzó en 2005, Matisyahu entró por la puerta grande en el mundo del
reggae. Un hombre espigadísimo, con pinta de rata de biblioteca, de biblioteca
judía, con su larga barba, sus bucles y su gorrito…que sonaba a Jamaicano –algo
que ha llevado a que su estilo se califique como “jewmaicano”-. El éxito de
esos lanzamientos le llevaron a una gira en 2005 y 2006 por EEUU, Canadá y
Europa, también por Israel. La version en directo del tema reggae con
influencias del pop-rock King Without a Crown llegó al top 10
de canciones de rock moderno en 2006, y al top 40 en la lista general
americana.
King Without a Crown
Estaba por ver si la
competencia y afán de riqueza del mundo discográfico conseguirían consumir al
relajado, aparentemente modosito y espiritual cantante judío. No lo
consumieron, pero es probable que sí le hicieran cambiar. Ya en la primavera de
2006, Matisyahu cortó con los jefes de JDuB y firmó por una de las
discográficas grandes, EPIC. Poco después, publicaría su segundo disco de
estudio, Youth, y, en medio de la gira por este lanzamiento,
abandonaría la disciplina jasídica. Según sus propias palabras, en ella se
sentía encorsetado y, a medida que conocía otras comunidades judías, no quería
excluirse a sí mismo.
No obstante, tanto su
segundo como su tercer disco, Light, lanzado en agosto de
2009, mantuvieron el estilo que le había caracterizado, esa combinación de fe,
música y la reflexión a través del reggae. Y él no abandonó su estricta
disciplina –como ejemplo, cabe mencionar que, por respeto al Shabat, no actúa
nunca en la noche de los viernes-.
Y, recientemente, el
gran escándalo. El 13 de diciembre de 2011, Matisyahu subió una foto sin barba
en Twitter, explicando en su página web las razones que le habían llevado a
afeitarse. Aquí, una traducción casera:
“Adiós a la superestrella jasídica del reggae. Lo siento amigos, todo lo que recibís soy yo…sin alias. Cuando comencé con la religión hace 10 años fue un proceso muy natural y orgánico. Era mi decisión; mi viaje: descubrir mis raíces y explorar la espiritualidad judía, no a través de libros sino en la vida real. En cierto momento sentí la necesidad de llegar a un mayor nivel de religiosidad…para alejarme de mi intuición y aceptar una verdad absoluta. Sentí que para ser una buena persona necesitaba reglas –muchas reglas- o, si no, no tendría futuro. Pero ahora me estoy reivindicando, confiando en mi bondad y en mi misión divina. Preparaos para un año impresionante lleno de música de resurrección. Y, para aquellos preocupados con mi cara desnuda, no os alarméis...mi barba no ha dicho su última palabra”
Gran parte del judaísmo se sentía traicionada por uno de sus guías espirituales modernos, Matisyahu saltaba al primer plano mediático gracias a la polémica. La puntilla la puso el cantante este pasado junio, cuando apareció en el videoclip de su nuevo single, Sunshine, no sólo sin barba, también con el pelo teñido, de ¡rubio!, y sin kipá, causando un gran revuelo en la blogosfera judía. El asunto es para ellos grave. Matisyahu es una auténtica superestrella del judaísmo, uno de sus grandes embajadores en el siglo XXI, un hombre que, con su barba y su beatboxing, había inspirado la fe de muchos de sus compañeros judíos. Desde el Huffington Post, se apuntó que Matisyahu volvía a ser el adolescente hippie Matthew Miller, que estaba abandonando su responsabilidad como líder carismático.
Y hoy, 17 de julio, se publica su nuevo disco. Y, aunque musicalmente no está mal, la traición cultural parece doble. Por un lado, se incluye una canción que dura exactamente 4:20, I Believe in Love, una de las más bailables del disco. Visto el revuelo que causó entre la comunidad judía una foto en la que Matisyahu aparecía con un amigo -Wiz Khalifa- fumando algo más que tabaco, el tema traerá cola. Y, por otro, su sonido se ha alejado bastante del reggae. Matisyahu parece intentar con este nuevo disco acercarse a ese nuevo star system de la música americana, el de M83, Fun, Gotye, Lana del Rey o Foster the People. Se mantiene el beatboxing, se mantiene en cierta manera las bases rítmicas, pero la fusión con la música electrónica es más palpable que nunca, así como la búsqueda de un público más amplio.
Y la verdad es que
suena bien, gran parte del disco se escucha con gusto. Son poquitas canciones,
trece, y hay algún que otro temazo. Sunshine va a sonar mucho
este agosto, antes o después se colará en algún anuncio –el objetivo de
convertirla en un éxito queda patente cuando el propio canal de Matisyahu la
etiqueta como “summer anthem” o "himno del verano"-, Searchin aparecerá
en la banda sonora de FIFA 13 y Fire of Freedom o Live like a Warrior también
funcionarán bien. Son, con la ya mentada I Believe in Love las
más destacadas.
A muchos, este álbum les parecerá una puñalada trapera, una vendición –permítaseme el neologismo,
que viene al caso-. Otros, afirman que la gente cambia y esta es una buena
evolución. La batalla ya está sembrada en cualquiera de sus nuevas canciones en
Youtube, con comentarios continuos. El tiempo pondrá a cada uno en su lugar,
por ahora sólo podemos disfrutar del nuevo disco de uno de los cantantes más
carismáticos del siglo XXI.
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