Sabela Paz
30.10.2013
Yoko Widodo,
gobernador de Yakarta (Indonesia), ha iniciado recientemente una
nueva política social con el objetivo de erradicar la mendicidad de
los “topeng moyet” en las calles de la ciudad. Los “topeng
moyet”, cuya traducción literal es monos máscaras, forman parte
de un espectáculo tradicional asiático en el que los macacos son
disfrazados y obligados a comportarse como personas. Encadenados por
una cuerda y sujetos por sus dueños, se conforman a su alrededor
verdaderas exhibiciones circenses en las que la tortura y la
caracterización ridiculizan a un animal explotado. Conducir pequeñas
motocicletas, fumar o caminar sobre las dos patas traseras emulando
al hombre son algunas de las habilidades que se les exige al mono
enmascarado, y por las cuales es sometido a arduos entrenamientos.
Y obligado a permanecer, en ocasiones, hasta doce horas al día
exhibiéndose con el fin de ser objeto de atención, y luego de
limosna, por parte de los transeúntes a los que esta estampa les
pueda hacer sonreír.
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Fuente: Reuters. Un espectáculo de "topeng moyet" en Yakarta (Indonesia). |
Las
deplorables condiciones de vida de los monos utilizados y la
multiplicación de esta práctica han llevado a Yoko Widodo a
implantar alternativas eficaces. Este tipo de espectáculos se
prohibieron en la ciudad en 2007, con penas de hasta siete años de
cárcel, sin embargo siguen a la orden del día. Por este motivo, se
ha optado por acordar un intercambio
beneficioso entre ambas partes: entre el dueño y el animal, velado
por los poderes públicos. Y bajo esta premisa se ha determinado el
trueque. Un “topeng moyet” a cambio de 90 dólares e instrucción formativa,
esto último con la intención de facilitar la reincorporación al mundo laboral del
“cuidador” para conseguir, de este modo, un nuevo empleo.
Tres días
después de la fecha de aplicación de esta nueva medida, son más de
veinte los monos entregados a la policía, los cuales se encuentran
actualmente en cuarentena con el objetivo de diagnosticar cualquier
tipo de anomalía.
Si bien, en
un primer momento, la decisión tomada por Yoko Widodo parece
materializarse como favor económico en beneficio del dueño o del
entrenador del mono, lo cierto es que diversas asociaciones
defensoras de los derechos de los animales, especialmente la Red Jakarta de Ayuda Animal, ya se han manifestado elogiando la
iniciativa y los resultados. Y es que predomina la necesidad de
amparar la dignidad física y psicológica de estos pequeños
animales. En un contexto en el que diversas campañas englobadas dentro de un periodismo de corte
social han servido para denunciar una costumbre habitual y grotesca; como las diecisiete fotografías de la finlandesa Perttu Sachs, quien tras
ganarse la confianza de algún que otro entrenador consiguió
capturar imágenes terribles de la situación real de los
macacos en Indonesia.
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Perttu Saska, Yakarta (Indonesia)
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Y es que más
allá de la visión pública, de la mendicidad obligada y forzada,
existe una historia todavía más cruel. El número de monos
utilizados para este fin asciende hasta los trescientos. Y cuando no
están trabajando, viven en un área periférica de la ciudad de
Yakarta denominada Kampung Monyet (ciudad de los monos), encerrados y
hacinados en jaulas de madera. Dicho esto, cabe añadir que durante
los entrenamientos los monos son objeto de violencia y maltrato.
Entre algunas de las prácticas habituales es posible asegurar que a estos animales se les arrancan los dientes para evitar
mordiscos, o se les atan las patas delanteras para que mejoren la
imitación del caminar bípedo. ¿El resultado de estas exigencias?
El 40% de los monos mueren durante el periodo de adiestramiento. Y la
mitad de ellos se convierten en portadores de enfermedades, consecuencia de los esfuerzos y golpes que hacen de estos animales blanco fácil.