viernes, 19 de abril de 2013

Repetidores, los parias del sistema educativo

Los que hemos estudiado en colegios e institutos públicos recordamos que los alumnos se dividían en dos grupos: los repetidores y el resto. O lo que es lo mismo, los malos malísimos y los demás. Para que la separación fuese aun más clara, en mi colegio hasta hicieron una clase compuesta sólo por alumnos que habían repetido... ¡en tercero de primaria! El miedo que les teníamos los niños buenos a los repetidores sólo era comparable con el que nos daba su profesora, conocida como Doña Chincheta. Y el máximo temor de nuestros bienintencionados padres era que cayésemos en esa clase, claro.

En nuestro país repiten curso más del 30% de los alumnos: tenemos una de las tasas de repetición más altas de la OCDE. La nueva Ley de Educación impulsada por el ministro José Ignacio Wert no muestra ninguna preocupación por reducir este porcentaje. Sin embargo, la OCDE ha declarado la guerra a la repetición de curso, tachando esta práctica de ineficaz e injusta. Comparten estas críticas numerosos colectivos, como la confederación de madres y madres CEAPA, que ha propuesto que la repetición se reserve para casos excepcionales, o los firmantes del Manifiesto por otra política educativa.


La repetición no ayuda a los alumnos repetidores a mejorar sus resultados, según el informe de la OCDE sobre igualdad y calidad educativas. Además, los repetidores tienen más probabilidad de tener mal comportamiento y de acabar abandonando el sistema educativo. Una de las razones de esto es que los repetidores quedan estigmatizados para siempre, y los profesores asumen que siempre van a ser malos alumnos -véase la clase de Doña Chincheta-. Otra razón es que su autoestima sufre; la repetición de curso no es percibida como una medida para ayudarlos a superar sus dificultades, sino como un castigo. La mayoría de los repetidores preferirían haberse quedado en su clase y haber recibido apoyo, dentro o fuera de su aula habitual. La opinión de los alumnos debería tenerse en cuenta a la hora de tomar una decisión tan importante para su futuro.

Otro argumento contra la repetición es el económico: es más caro hacer repetir a los alumnos que suministrarles un apoyo extra a los que lo necesiten. En España, más del 8% del gasto en educación primaria y secundaria se deriva directamente de la repetición, cifra a la que habría que sumar los gastos sociales causados por la salida del sistema educativo de alumnos que no han acabado la ESO. Finalmente, la repetición profundiza la desigualdad entre los alumnos que repiten y el resto.

A pesar de todos estos argumentos, tanto los profesores como los padres parecen estar de acuerdo con esta práctica. Por eso, la OCDE recomienda tratar de cambiar esta “cultura de la repetición”, apoyando a lo largo del curso a los alumnos que vayan quedándose atrás, usando otros métodos pedagógicos en vez de repetir una y otra vez los mismos contenidos. De esta manera Finlandia ha conseguido reducir casi hasta cero su porcentaje de alumnos repetidores.

Existen medios más drásticos para reducir ese inmenso 30% de alumnos que repiten: limitar el número de cursos que se puede repetir o aplicar esta medida sólo a partir de cierta edad. Algunas posibilidades intermedias son repetir sólo las asignaturas que se suspendan o crear programas de transición que permitan a los alumnos ir a los dos cursos a la vez: al de su edad y al anterior. Si progresa lo suficiente, podrá volver a su clase.

En definitiva, las opciones son múltiples, pero lo que está claro es que hay que salir del actual modelo, que consiste en hacer repetir a los alumnos aunque no sirva para nada. Para conseguirlo, lo primero es admitir que, como dice la CEAPA, la repetición no es un fracaso del alumno, sino del sistema educativo.


Pablo Castaño Tierno

Fotografía: actualidad.orange.es

1 comentarios:

  1. Muy claro. La repetición es fruto de la pereza mental de todo un sistema.

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