Parece lógico pensar que en una revista poppolítica como esta, la sección Pop recoja todas aquellas piezas culturales destinados al disfrute del grueso de la población y con ellas casi a cualquier tipo de arte. Sin embargo, con este artículo pretendo homenajear a aquellas personas todavía capaces de crear expresiones artísticas cuyo valor recae fundamentalmente en el hecho de no ser consideradas Pop. Hablo de esas obras, nunca productos, que son capaces de permanecer originales a pesar de ser repetidas y que mantienen su esencia y su espíritu gracias a la reinterpretación y el enfoque particular de cada mente.
En el número 35 de la Calle Tres Peces, a unos minutos del metro de Lavapiés, en ese pequeño local antes ocupado por un simple comercio, podemos encontrar, desde septiembre de este año, una de esas obras maestras llenas de magia, eso que históricamente se conoce como ARTE. A menos de dos metros de ella el espectador, ya como un paisano más del pueblo, puede sentir lo que ella siente y observar perfectamente la tristeza que recogen sus lágrimas. En esta cautivadora obra la estructura teatral se funde y se desdibuja en una dramaturgia en la que el público sigue el argumento acompañando a los personajes, de manera literal, por los distintos escenarios del drama. Los papeles dentro de la sala se mezclan y el actor debe ser consciente de la presencia del espectador, y éste debe improvisar y tomar decisiones en lugar de permanecer pasivo durante la representación. La compañía “TurliTava Teatro”, con menos de un año de vida, invita al público a compartir su escenario y con ello la apasionante historia que cuenta “Los vivos y los m(íos)” del dramaturgo José Cruz.


Las palabras
y vivencias de estos personajes trascienden los límites del tiempo y la
geografía para convertirse en algo propio y universal al mismo tiempo. Durante
la función estos actores son capaces de crear un mundo paralelo con una
historia llena de sentimiento en la que no hay héroes ni grandes gestas,
tampoco se declaran buenos ni malos, ni siquiera se condensa en un final patente
y obvio Se trata simplemente de un
fragmento de verdad, sin interpretaciones recargadas, sólo un sentimiento puro,
como un regalo dentro de una vieja maleta.
Como decía este maravilloso director de montaje “Proponemos un viaje íntimo al corazón de
nuestro pueblo, un encuentro mágico con nosotros mismo y con los otros, un
desencuentro con el pasado y con el presente, proponemos un viaje desde aquí y
antes a allí y ahora, proponemos un viaje”.
Irene Herrero Miguel @Irenerre
Irene Herrero Miguel @Irenerre
Muchisimas gracias por tan bonitas palabras!
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