domingo, 4 de marzo de 2012

TurliTava: el teatro que se ve y se vive

Parece lógico pensar que en una revista poppolítica como esta, la sección Pop recoja  todas aquellas piezas culturales destinados al disfrute del grueso de la población y con ellas casi a cualquier tipo de arte. Sin embargo, con este artículo pretendo homenajear a aquellas personas todavía capaces de crear expresiones artísticas cuyo valor recae fundamentalmente en el hecho de no ser consideradas Pop. Hablo de esas obras, nunca productos, que son capaces de permanecer originales a pesar de ser repetidas y que mantienen su esencia y su espíritu gracias a la reinterpretación y el enfoque particular de cada mente

En el número 35 de la Calle Tres Peces, a unos minutos del metro de Lavapiés, en ese pequeño local antes ocupado por un simple comercio, podemos encontrar, desde septiembre de este año, una de esas obras maestras llenas de magia, eso que históricamente se conoce como ARTE. A menos de dos metros de ella el espectador, ya como un paisano más del pueblo, puede sentir lo que ella siente y observar perfectamente la tristeza que recogen sus lágrimas. En esta cautivadora obra la estructura teatral se funde y se desdibuja en una dramaturgia en la que el público sigue el argumento acompañando a los personajes, de manera literal, por los distintos escenarios del drama.  Los papeles dentro de la sala se mezclan y el actor debe ser consciente de la presencia del espectador, y éste debe improvisar y tomar decisiones en lugar de permanecer pasivo durante la representación. La compañía TurliTava Teatro”, con menos de un año de vida, invita al público a compartir su escenario y con ello la apasionante historia que cuenta “Los vivos y los m(íos)” del dramaturgo José Cruz.

Este espectáculo surge como resultado de la investigación sobre “espacios no convencionales” de representación dirigida por Álvaro Tejero, recientemente fallecido. Aplicada sobre el texto adaptado de Cruz que fue galardonado en 2008 con el Premio Lázaro Carreter de Literatura Dramática aparece esta magnífica representación en la que, como comentaban los actores en un coloquio para los alumnos de la “Sala de Teatro Cuarta Pared”, cada miembro de la compañía ha puesto una parte de sí mismo. Entre las sombras de la memoria y con el sencillo acompañamiento musical de un radiocasete, un pueblo  asiste desconfiado a la llegada de una joven forastera. El fuerte olor a incienso, la luz y el juego de voces permiten al espectador colarse entre los vecinos con todos los sentidos alerta. La joven no es bienvenida en la aldea, pero eso no va a frenarla en su viaje en busca de la dignidad, aunque para ello se vea obligada a desenterrar antiguos secretos y culpas arrinconados tras la guerra.
Durante la representación, los actores van guiando (o no) al espectador por los diferentes espacios en los que se desarrolla la dramaturgia y, como un voyeur invitado, éste va integrándose en la historia hasta formar parte de ella. El miedo, la risa, la curiosidad, la tristeza y la compasión flotan en el aire viciado de un fresco pajar que nadie visita desde hace años por el terrible secreto que esconde.  Desde el primer encuentro con la maleta el espectador goza de absoluta libertad para moverse e interpretar los sucesos, está en sus manos, incluso, la elección del momento exacto en el que dará por terminada la función.
Las palabras y vivencias de estos personajes trascienden los límites del tiempo y la geografía para convertirse en algo propio y universal al mismo tiempo. Durante la función estos actores son capaces de crear un mundo paralelo con una historia llena de sentimiento en la que no hay héroes ni grandes gestas, tampoco se declaran buenos ni malos, ni siquiera se condensa en un final patente y obvio Se trata  simplemente de un fragmento de verdad, sin interpretaciones recargadas, sólo un sentimiento puro, como un regalo dentro de una vieja maleta.
Como decía este maravilloso director de montaje “Proponemos un viaje íntimo al corazón de nuestro pueblo, un encuentro mágico con nosotros mismo y con los otros, un desencuentro con el pasado y con el presente, proponemos un viaje desde aquí y antes a allí y ahora, proponemos un viaje”.

Irene Herrero Miguel @Irenerre

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