sábado, 3 de marzo de 2012

Cóctel mediático y disturbios en la opinión pública

La violencia policial es para el PP lo que los recortes para el PSOE: “razonables” cuando están en el gobierno, “intolerables” cuando son oposición” Así rezaba un ‘tuit’ de la plataforma Juventud Sin Futuro el pasado jueves 16 de febrero tras la actuación UIP (antidisturbios) contra los estudiantes del Instituto Lluis Vives de Valencia. En la televisión y en los nuevos medios se difundieron rápidamente las escenas terribles de esta intervención policial contra menores de edad. Muchos padres y madres se echaron entonces las manos a la cabeza, sobre todo los que acompañaron a sus hijos y lo vieron en primera persona.

Entonces, ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos?


El PSOE aprovechó la genial oportunidad para hacer oposición, como si con ellos en el poder la pasma repartiese flores y no galletas; y el PP llegó a recular insinuando cierto exceso, pero siempre descargando las culpas a medias entre las actuaciones individuales de los antidisturbios y los extremadamente violentos alumnos de instituto. No hace tanto el cuadro era al revés. Los que llevan muchos años en movimientos sociales o, más recientemente, cualquiera que viviera las acampadas en Barcelona, Valencia, Madrid y otras, volvieron a captar ese grave tufillo que siempre deja el oportunismo político. Recordando al gran Javier Krahe, no se equivocarían al cruzárseles por la mente la frase: “Lo que antes ser muy mal, permanecer igual y hoy resultar excelente”. Pasa con los recortes y pasa con todo lo malo-pero-anunciado-como-inevitable por los gobiernos de turno, nunca mejor dicho.



Al margen del reparto de responsabilidades, que este país se suele saldar con una difusa declaración de intenciones, y del “sí, pero tú más” de los políticos, aparecieron los altavoces de los medios de comunicación y sus intereses ideológicos. Así, no nos extraña que Intereconomía, por ejemplo, fingiera un ataque en directo por parte de los estudiantes, lo que no hacía sino confirmar la tesis de que los alumnos contra los recortes son “el enemigo”.  El teatro es pésimo, pero en él participan muchos actores. Es obvio que la derecha posee un gigantesco escenario de agitación mediática, mucho más peligroso que las cargas policiales y más efectivo sobre la opinión pública. ¿O acaso no pasó a un segundo plano el asunto de los recortes, eclipsado por el espectáculo de la violencia y el “quién ha empezado a repartir”?



¿Qué pensar? ¿Qué decir? ¿Cómo defenderse?


Por los motivos anteriores, la represión policial televisada en nuestro país no opera a favor de las víctimas, como podría ocurrir en los países totalitarios, de ahí la presencia demostrada de maderos infiltrados que se encargan de reventar manifestaciones. No parece arriesgado pensar entonces que la policía es sólo un obstáculo, violento y obediente, pero no el enemigo (ni nosotros el suyo).


El tablero de juego se sostiene sobre los medios de comunicación, una esfera en la que se dirime la reputación de los políticos y de los estudiantes en lucha. Los dos grandes partidos lo saben bien y azuzan a sus medios más próximos para influir en ella: unos para atraerlos, otros para criminalizarlos, según toque. La clave pasa por aprovechar las nuevas formas de comunicación horizontal e instantánea, como Twitter, la producción propia de información veraz y la denuncia colectiva del empobrecimiento  que sufrimos con la excusa de la crisis y su gestión.  Los espacios abiertos a la información, como PopPol, son ya tan imprescindibles como saber esquivar un porrazo, evitar caer en la provocación de los maderos u organizar una concentración frente a la Delegación del Gobierno.
 
Eduardo Kaczynski @eduardo_EOG



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