sábado, 17 de marzo de 2012

Guárdate de los idus de marzo


George Clooney ha demostrado una vez más lo bien que se le da eso de hacer cine. Los idus de marzo han hecho que el consagrado actor vuelva a desplegar todo su encanto como director, que no es poco. La elegancia comienza a postularse como la base en la que nacen (se apoyan) sus películas, y los temas más sórdidos, como la corrupción, el engaño o la hipocresía de la sociedad, podrían reconocerse como sus favoritos. Esto ya lo demostró en Buenas noches y buena suerte, donde Clooney endiosaba a un periodismo independiente, capaz de enfrentarse a los abusos y las persecuciones del gobierno. O, esta vez como actor, en Michael Clayton, donde se lanzaba una fuerte crítica contra las grandes corporaciones. 
Los idus de Marzo, una libre adaptación de la obra de teatro Farragut North, de Beau Willimon, narra la batalla entre los dos candidatos del Partido Demócrata estadounidense durante las elecciones primarias que están teniendo lugar en el Estado de Ohio. El resultado de este proceso podría dejar casi decidido qué candidato alcanzaría la opción de poder luchar por convertirse en el nuevo presidente de Estados Unidos. La historia se centra en uno de estos candidatos, Mike Moris (George Clooney), y, sobre todo, en uno de sus asesores, Stephen Meyers (Ryan Gosling), un joven idealista que descubrirá cuan corrupto es el mundo de la política.  
Clooney parece tener dos objetivos claros a la hora de narrar esta historia. Por un lado,  pretende demostrar lo efímero de los principios políticos. Por otro, la facilidad con la que algunos pueden justificar la pérdida de los valores que se han ido diluyendo por el camino gracias a una nueva “moral” adquirida. Los medios quedan justificados por el fin, o el todo vale. El director parece haberse aficionado a este cine de reivindicación, de dura crítica contra una sociedad corrupta que se desmorona. Y es que maneja a la perfección la obsesión política, reflejada en la adrenalina de unos personajes que lo darían todo por trabajar en la campaña de un presidente. Todos se dejarán seducir por el poder y serán castigados.
“He querido dejar que la gente decida quién es el César y quién Bruto”, aseguró.  Efectivamente, el título remite al Julio César de Shakerpeare. Y, de nuevo, una historia de traiciones y lealtades, en la que la ambición desenmascara a unos personajes que el relato retrata con admiración en su primera parte. Pero la novedad en esta película, como bien apunta el director, viene del desconocimiento del quién traiciona a quién, quién clava el puñal y quién se lo deja clavar. Las puñaladas que acabaron con la vida de Julio Cesar se transforman ahora en ceses, en destituciones, en salidas de plano. Los vientos han cambiado, pero los idus siguen estando ahí.
Algunos podrán decir que Los idus de marzo no cuenta nada nuevo. Pero es que, en esta película, lo importante no es tanto el qué, sino el cómo. Clooney ha vuelto a demostrar lo buen narrador de historias que es. Traslada a la película un ritmo frenético enlazado a un cinismo que destroza el sistema social. Un tono políticamente comprometido unido a la intriga esconde su falta de profundidad. Y, así, la película se convierte en un thriller más cercano a Hollywood que a los asuntos de Washington. Podemos adivinar que esto se debe a que una trama sobre las elecciones primarias estadounidenses podría ser algo difícil de digerir para la audiencia, más aún fuera de Estados Unidos. “Yo no diría que es una película política”, explicaba Clooney, “es un relato sobre la moralidad y sobre lo que significa vender tu alma, y podría suceder en Wall Street o en el mundo del deporte”.
El director, además, emplea su experiencia como actor para conseguir unas interpretaciones brillantes. No tanto en lo personal, pues de sobra es conocida la pereza de Clooney para aparecer en sus propias obras, sino sobre un puñado de actores inspiradísimos. Gosling encarna a la perfección un papel que va del encanto a la perversión, una interpretación soberbia de la metáfora de la metamorfosis de una mariposa. Los secundarios no se quedan atrás, y es que los veteranos Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti (que interpretan a Paul Zara y Tom Duffy, respectivamente) a la cabeza, Evan Rachel Wood (la becaria) o Marisa Tomei (la periodista) llevan a cabo un muy oportuno trabajo.  
George Clooney es un hombre atractivo, con unos ideales marcados y reconocidos y, lo que es más importante, poder de convicción para transmitirlos. En definitiva, todos los requisitos para convertirse en un gran político. Sin embargo, tras el estreno de esta película, puede que ningún partido lo quiera entre su lista de candidatos. De cualquier forma, Clooney parece el hombre perfecto para contar esta historia.


Laura López Lázaro @Lau3L

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