"Si el símbolo político de la modernidad fue el Leviatán, se podría decir que la postura moral de las potencias <<nacionales>> y de las superpotencias se va a plasmar en el futuro mediante la imagen de Lemuel Gulliver, el cual se durmió distraídamente y, al despertarse, se vio atado e inmovilizado por una infinidad de diminutas cadenas".
Stephen Toulmin, Kosmpolis. Die unnerkanten Aufgaben der Moderne, Francfort del Meno, 1994, pág 315.
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