sábado, 7 de abril de 2012

Editorial Pol: Calma chicha


Ya pasó la huelga general, ya llegaron los presupuestos injustos y antidemocráticos como si nada hubiera sucedido el día anterior y toda España celebra la Semana Santa, descansa o espera. Mientras tanto, tres de los detenidos en Barcelona el 29 de marzo siguen en prisión preventiva acusados de cargos como desórdenes públicos, daños, lesiones o portar elementos incendiarios. La resolución alude al riesgo de reincidencia en “actividades antisistema” de cara a la próxima cumbre del Banco Mundial que se celebrará en Barcelona ¡el 3 de mayo! 
 Piquetes en EMT Carabanchel, Fotogracción

El relato de los violentos antisistema que alteran el orden con sus actos de vandalismo, esta vez extendido a toda la jornada de huelga en Barcelona, y las fotografías de barricadas ardiendo en la ciudad son de lo más conveniente para un gobierno y una caverna mediática que buscan tratar conflictos políticos como problemas de orden público. Es algo que ya habíamos visto en pequeñas convocatorias como las de #yonopago, pero resulta llamativo que se haga lo mismo ante la cita más importante de la izquierda desde que comenzó el año. 

Como antaño, los de arriba gritan “la calle es mía”. Lo hacen desplegando 40.000 efectivos policiales en todo el Estado el día de la huelga, algunos a caballo. Lo hacen cercando e intimidando a las y los  jóvenes precarios que salieron a la calle en Madrid al grito de “no tengo empleo, por eso piqueteo”. Lo hacen censurando imágenes aéreas de las manifestaciones que en Madrid juntaron a decenas de miles de personas, según elplural.com. Lo hacen amenazando con endurecer el delito de desobediencia para que no se repitan respuestas sociales espontáneas como la Primavera Valenciana y proponiendo restringir el derecho de reunión “para combatir el vandalismo”.

Y al mismo tiempo, vemos que en los presupuestos generales -¡casualidad!- se dedica cuatro veces más dinero a la seguridad ciudadana que a la educación, se recorta todo a la dependencia y nada a la Iglesia… Y que estas políticas se explican antes a la CDU alemana que al Parlamento y a la ciudadanía españolas.

Pero el celo de las élites en acabar mediante la represión y el cerco mediático con cada paso de movilización social demuestra que ellos tienen miedo y nos dan más importancia de la que les gustaría reconocernos. Hoy, con el recuerdo del 7 de abril en la cabeza y el 12 y el 15 de mayo como horizonte más cercano, podemos decir que ya ha empezado la cuenta atrás. Que el 29 de marzo ha sido solo un principio.
Carlos Heras Rodríguez @CarlosHerasRo

2 comentarios:

  1. "El relato de los violentos antisistema que alteran el orden con sus actos de vandalismo, esta vez extendido a toda la jornada de huelga en Barcelona, y las fotografías de barricadas ardiendo en la ciudad son de lo más conveniente para un gobierno y una caverna mediática que buscan tratar conflictos políticos como problemas de orden público."

    Es que objetivamente es un problema de orden público. Al igual que si fuera miembro del cuerpo policial sentiría vergüenza de ser representado por todos esos porrazos indiscriminados que se sueltan, te aseguro que si fuera huelguista sentiría vergüenza de que esa actitud diga estar en mi bando.

    La muestra de esos actos será conveniente, pero sin duda creo que se debería acentuar la cualidad bochornosa de los mismos.

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  2. Quizás en parte lo haya expresado mal. Lo que sucede, lo que me parece preocupante, es que tiendan a tratarse determinados conficltos fundamentalmente políticos como solamente de orden público. Efectivamente, en el caso de Barcelona se vio un problema objetivo de orden público, que fue una de las manifestaciones de un conflicto colectivo, social y político (la huelga general), que a su vez es un episodio determinado en torno a un conflicto de intereses (en torno a la aplicación de esta reforma laboral) entre gobierno y gran empresariado por un lado y la mayoría de asalariados por el otro (lo que si nos ponemos un poco siglo XX también podemos llamar lucha de clases, o meter dentro de). Lo preocupante, entonces, es que haya un relato mediático que hable de barricadas y "grupos de ideología antisistema" (¿qué es eso, por cierto?) y obvie todo el transfondo que los genera.
    Otra cosa inquietante del discurso de los problemas de orden público es dónde situamos los límites: ¿Es alteración del orden público cortar una carretera, o solo tirar un cóctel molotov contra una sede bancaria? ¿Es igual de bochornoso? ¿Puede una alteración del orden público determinada ser una actuación legítima? Y por último, dedicándonos al ocio semántico y atendiendo a las numerosas definiciones que da el DRAE a la palabra "orden" (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=orden): ¿No son determinadas políticas, como la reforma laboral en cuestión, radicales alteraciones del orden público? ¿Debe modificarse la legislación para equiparar los decretos del ministerio de trabajo al delito de terrorismo callejero?

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