Ya han pasado por fin
los 100 días malditos desde que, tras dos intentos fallidos, Mariano Rajoy
subió al poder arropado con una mayoría absoluta de 10.850.000 sufragios. No os
asustéis, 3 de cada 4 personas que os crucéis por la calle no le han dado su apoyo.
Después de la desastrosa y desnortada gestión del ejecutivo del PSOE, su
victoria absolutísima estaba cantada, pero no por ello su apoyo popular aumentó
significativamente: apenas logró 600.000 votos más que en los comicios
anteriores en los que perdió contra Zapatero. Mariano, ya es un logro. La
confianza que promulgó Rajoy, ese mantra que lo llevó al gobierno y que
pretendía contagiar fuera y dentro de España, poco a poco se desvanece. A día
de hoy, sólo uno de cada cuatro de sus votantes
cree que sacará al país de la crisis.
Aunque de facto
su mayoría absoluta -unida a su hegemonía regional- le otorgó amplísimos
poderes al gobierno conservador del PP, mucho se le pueden torcer las cosas y
hay quien ya habla -no sin segundas intenciones- de la posibilidad para verano de un gobierno de unidad nacional que incluya
al PSOE. Y es que son muchos los reveses que en poco más de 3 meses
se ha llevado el flamante gobierno “del cambio”. La reforma del sistema
financiero está lejos de dar sus frutos y en Europa no termina de gustar, la
reforma laboral recibió un rechazo en la calle mayor del esperado por los
sindicatos y los recién presentados presupuestos no han convencido ni a los suyos.
Todo por no hablar de otros problemas, como el ladrillo, en los que de momento
todo se ha quedado en buenas palabras. La semana de las primeras cuentas de
Rajoy ha acabado con el Ibex en mínimos desde el verano pasado y la prima de
riesgo por encima de los 400 puntos, cifra que con el gobierno socialista el PP
consideraba digna de merecer
elecciones anticipadas.
Ante esta situación,
más allá de sondeos, el mejor de los indicadores (y casi el único) que poseemos
es el de las elecciones andaluzas y asturianas. Uno de los aspectos de los
que menos se ha hablando sobre estos comicios es sobre el deterioro del
bipartidismo. En Andalucía, lo veremos, es más que evidente. En Asturias,
sin embargo, existe un actor más en la partida, el FAC de Álvarez-Cascos,
escisión personalista del PP y de igual o peor calaña. A los efectos, se
podrían meter en el mismo saco, sin embargo su reciente aparición en 2011 hace
más complicado el análisis tendencial, al igual que el hecho de que las
elecciones autonómicas se celebraran solo un año después de las anteriores por
la particular crisis de desgobierno de la región.
Por su importancia
demográfica y política, podemos resaltar 3 datos muy relevantes sobre Andalucía
que no se han comentado con demasiada profundidad en los grandes medios y que
pueden ayudar a entender lo que suceda en el futuro.
1. El Partido Popular
se dice ganador, pese a no poder gobernar después de 4 intentos fallidos, y el
PSOE se da con un canto en los dientes y habla de la rebelión andaluza contra
la derecha. A los dos se les olvida precisar que el auténtico ganador de estos
comicios ha sido la abstención, un 37,77% optó por no votar, por encima de
los apoyos de PP o PSOE.
2. El PP, flamante
ganador de las elecciones andaluzas con el imbatible Javier Arenas a la cabeza,
ha perdido más de 162.000 votos respecto a la anterior cita autonómica de 2008
y más de 414.000 respecto a las elecciones generales del pasado 20N, ¡y sólo en
4 meses! Un exitazo. Y menos mal que retrasaron los presupuestos.
3. EL PSOE, pese a
haber salvado los muebles también sufre un fuerte revés: 654.000 votos menos
que en las anteriores elecciones andaluzas, que se dice pronto; y 67.000
respecto a las generales de noviembre.
Así las cosas, pueden
comprobarse varias tendencias. En primer lugar, la gran capacidad del
partido en el gobierno para causar desafección entre sus votantes. Le ocurrió
al PSOE durante 3 años hasta que convocó elecciones anticipadas y le acaba de
suceder al PP en Andalucía. En segundo lugar, la poca destreza de ambos
partidos para rentabilizar en términos electorales una oposición a priori
fácil por el escenario económico. El PP apenas logró 600.000 votos más que en
2008 tras tres años de oposición nada constructiva con el país yendo a la
deriva; el PSOE aún no ha tocado fondo y sigue bajando, como se demuestra en
los comicios andaluces.
En tercer lugar, el
evidente el retroceso del bipartidismo, que ya se reflejó
el 20N tras el descalabro del PSOE quemado por 3 años de crisis, ataca ahora al
PP, incapaz también de convencer y contentar a los mercados y a los ciudadanos
al mismo tiempo. En sólo 4 meses el PP ha perdido 414.000 votos en Andalucía y
el PSOE 67.000, una cifra más modesta pero acorde con la caída sostenida que
sufre el PSOE desde antes incluso de la crisis. En total el PPSOE, las
marionetas del sistema económico que nos exprime, ha perdido en 4 meses casi
medio millón de votantes solo en Andalucía.
El antecedente griego
Así las cosas, esta
situación llama poderosamente la atención al compararla con el caso griego y
quizás éste nos sirva de paradigma para dilucidar nuestro futuro. En el país
heleno hubo un gobierno de Nueva Democracia (el PP de allí) que, tras una feliz
primera legislatura y ganar de nuevo, se vio obligado a convocar elecciones en
2009 debido a la crisis y a su gestión, digamos, poco transparente. ¿Os suena?
¿Algún parecido con el PSOE en España 2 años después? La Nueva Democracia
perdió su mayoría, se hundió y dejó el camino libre para el PASOK (el PSOE
griego), que alcanzó la mayoría absoluta sin mucho esfuerzo, prometiendo nuevas
políticas y “el cambio” para Grecia. ¿Os sigue sonando la canción?
Manifestación frente al parlamento griego 5 meses antes de la dimisión de Papandreu |
Ese nuevo gobierno, liderado por Papandreu
entró con fuerza, prometiendo que cumpliría con el pueblo griego y con las
exigencias de la Troika para su rescate. Ni lo uno, ni lo otro. La
mayoría absoluta del PASOK duró media legislatura. Las presiones internas y
externas que sufría el país y el llamativo órdago de Papandreu sugiriendo un
referéndum al pueblo griego desencadenaron la desestabilización del ejecutivo y
la creación de un gobierno de concentración con la entrada de la Nueva
Democracia y el partido de extrema derecha LAOS. El renovado gabinete, con el
tecnócrata Papademos a la cabeza, fue el encargado de aprobar las medidas para
el segundo rescate griego mientras las calles de Grecia ardían. En un mes
habrá elecciones y en los sondeos la suma de los dos partidos mayoritarios
-el PPSOE griego: Nueva Democracia y PASOK- no alcanzan el 35% de los votos. ¿Qué será de Grecia?
Hasta cierto momento los parecidos con
España son incontestables, aunque los papeles estén dados la vuelta. Los
mercados y la Troika siguen apretando a nuestro país, por lo que el gobierno ya
ha anunciado que los próximos recortes irán a por la educación y la sanidad.
¿Será la mayoría absoluta de Rajoy más fuerte que la de Papandreu? ¿Podrá
llevar a cabo todas las medidas que le exigen desde Europa? ¿Terminará Mariano
su legislatura? ¿Habrá gobierno de concentración? ¿Arderán las calles
españolas? ¿Seguirán siendo hegemónicos PP y PSOE en las próximas elecciones
generales?
Eduardo Kaczynski @eduardo_EOG
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