Desde PopPol Magazine pedimos a algunas de las voces que escuchamos a menudo un comentario breve en torno a la necesidad de la huelga general, a por qué se debía hacer huelga el 14 de noviembre. Lo de breve ha tenido un seguimiento desigual, pero no podemos dejar de recomendaros la lectura de estos textos compilados de Esther Vivas, Jorge Moruno, Íñigo Errejón, Raimundo Viejo y Segundo González, militantes o referencias intelectuales de los movimientos y la izquierda en el Estado.
Las imágenes son de elección propia, desde las referencias imperiales más poppolíticas hasta una post-apocalíptica huelga de consumo.
Esther Vivas,
activista y militante de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista:
Nos sobran los motivos: paro, desahucios, pobreza,
precariedad, recortes... Las políticas actuales no hacen sino aumentar las
razones de la indignación y el malestar, a pesar de la extrema dificultad para
revertir dichas políticas. De aquí que sea tan importante ir a la huelga, ya
que éste es el principal instrumento con el que contamos los de abajo para
desafiar al poder. La huelga general tiene sentido si se inserta en un
proceso de removilización sostenido en el tiempo y si no es un mero paréntesis
de un día.
El próximo día 14N no sólo tienen que parar los
centros de trabajo, los servicios públicos, sino que tenemos que conseguir una huelga
social y ciudadana con comités de huelga en todos los barrios y las
ciudades, en la que parad@s, precari@s, jubilad@s, inmigrantes... tengan un rol
activo e importante.
La dimensión internacional del 14N es uno de
sus aspectos más relevantes. Una huelga general que se llevará a cabo en los
principales países de la periferia de la Unión. La respuesta a las
políticas de austeridad debe ser transfronteriza. No las vamos a derrotar país
por país de forma aislada. Un fantasma empieza a recorrer la Europa golpeada
por la crisis, los ajustes, la deuda y la austeridad.
Jorge Moruno,
sociólogo y autor del blog La Revuelta de las Neuronas:
Para el régimen las huelgas no solo
son ineficaces, dicen, sino que además pueden llegar a convertirse en la causa
que nos impide salir del pozo de mierda en el que estamos, dado que por su
culpa damos mala imagen en el exterior, de inestabilidad, lo que provoca un
déficit de confianza entre los llamados inversores. El cuento de que el desmantelamiento
de los servicios públicos es una travesía en el desierto para recuperar un
pasado ahora mistificado es por lo menos una imbecilidad. No estamos pagando el
pato de nuestros excesos, sino que estamos costeando la viabilidad de los
beneficios del 1%; antes y ahora. Primero con la extensión masiva de créditos y
la ideología del capitalismo de propietarios como sustituto a la bajada de
salarios. Garantizar un acceso ficticio al consumo, piedra angular en el
proceso de acumulación, era la prioridad. Hoy en cambio, todas y todos estamos
obligados a pagar una deuda que en su mayoría fue generada por los mismos que
se beneficiaron de la bajada de sueldos, la subcontratación y la temporalidad.
Ahora lo siguen haciendo, mercantilizando todos los servicios públicos y
condenándonos al neoesclavismo. La deuda más que una relación económica, es una
forma de dominio político y psicosocial, que nos paraliza y elimina cualquier
perspectiva democrática. La prioridad es por lo tanto, garantizar la
rentabilidad de las mismas instituciones y formas de operar financieras,
que ya se beneficiaron en tiempos de "bonanza". ¿Su salida a la
crisis? más crisis, neoesclavismo o paro, precariedad y barbarie: Colonia
turística.
Entonces, ¿por qué se lanzan al
cuello y sueltan espuma por la boca tantos tertulianos, medios y patronal? No
por la huelga en sí misma, que también, sino sobre todo por lo que pueda
originar en el futuro. Los de arriba para hacer política cuentan con dinero,
contactos y empresarios, los de abajo tenemos como único poder ser muchos.
La huelga es la expresión de la dignidad, de lo "valioso" que tiene
el ser humano en defensa de su vida. Sin desobediencia no hay ruptura, sin
ruptura no hay movimiento, sin movimiento no hay autonomía, sin autonomía no
hay alternativa, sin alternativa no hay democracia. Las movilizaciones
son un medio para forzar un vacío en el poder soberano, al tiempo que lo
vamos llenando con la política de la multitud. Es a partir de este punto donde
debemos descubrir el paso que hay de la declaración a la constitución. Syriza
sería impensable en Grecia sin un amplio ciclo de protestas en las calles. Eso
es lo que realmente les atemoriza, nuestra potencial capacidad de que seamos el
pueblo de los muchos, quienes repartamos las cartas que buscan otras reglas del
juego. La democracia siempre se abre paso entre abrazos y puñetazos.
Íñigo Errejón,
politólogo e investigador post-doctoral de la Universidad Complutense:
Porque ya nadie en su sano juicio confía en las élites tradicionales, que
nos conducen directamente a Grecia, o a las décadas perdidas latinoamericanas
de los años 80 y 90. Las mismas recetas producen los mismos resultados, aunque
en diferente grado según el punto de partida. Los recortes y el discurso de la
austeridad son fundamentalmente una ofensiva política para redistribuir la
renta y el poder colectivo aún más en favor de las minorías privilegiadas,
y para reubicar a España en una posición de periferia empobrecida. En
ese tránsito, estamos viviendo de facto una modificación constitucional
y una reordenación oligárquica del régimen del 78, que excluye a algunos de los
actores progresistas que fueron cruciales para su institución entonces.
Algunos miembros del partido en el Gobierno han tratado de desprestigiar esta huelga diciendo que es “política”. Saben perfectamente que no puede ser otra cosa. Las élites han atado su suerte y la de todo el edificio político al cumplimiento sumiso de la espiral deuda-ajustes que decreta la Troika. La menor reivindicación choca con el cierre de una casta autista. En ese paso, han estrechado al límite los márgenes para la concertación social o para el reconocimiento de alguna de las más urgentes demandas sociales, en una situación acelerada de empobrecimiento de las capas populares y medias. Este es un terreno dramático pero fértil para la articulación de todos los dolores sociales, la dicotomización política y el aislamiento de los que aún gobiernan. Esta Huelga General se inscribe así en un incipiente movimiento destituyente, en primer lugar contra un Gobierno que en un año ha dilapidado ya su legitimidad de origen, que es mucho más débil de lo que trata de aparentar. Se entrelaza además con una movilización internacional de todo el sur de Europa, en una dinámica que va a ir siendo más importante contra el diktat financiero que ahoga a los pueblos.
Algunos miembros del partido en el Gobierno han tratado de desprestigiar esta huelga diciendo que es “política”. Saben perfectamente que no puede ser otra cosa. Las élites han atado su suerte y la de todo el edificio político al cumplimiento sumiso de la espiral deuda-ajustes que decreta la Troika. La menor reivindicación choca con el cierre de una casta autista. En ese paso, han estrechado al límite los márgenes para la concertación social o para el reconocimiento de alguna de las más urgentes demandas sociales, en una situación acelerada de empobrecimiento de las capas populares y medias. Este es un terreno dramático pero fértil para la articulación de todos los dolores sociales, la dicotomización política y el aislamiento de los que aún gobiernan. Esta Huelga General se inscribe así en un incipiente movimiento destituyente, en primer lugar contra un Gobierno que en un año ha dilapidado ya su legitimidad de origen, que es mucho más débil de lo que trata de aparentar. Se entrelaza además con una movilización internacional de todo el sur de Europa, en una dinámica que va a ir siendo más importante contra el diktat financiero que ahoga a los pueblos.
Raimundo Viejo, profesor de Ciencia Política en la
Universitat de Girona:
Acaso la buena pregunta sería más
bien: ¿por qué no debería hacerse huelga el 14N? Los motivos son tantos que
enumerarlos nos llevaría páginas. Uno destaca para mí sobremanera: desbordar
democráticamente el régimen, superar el marco de los Pactos de la Moncloa,
hacer implosionar el diseño institucional que ha legitimado tres décadas de
políticas neoliberales. Y esto sólo para seguir avanzando en el proceso
destituyente que comenzó el 15M y que nos sigue impulsando a gritar que no nos
representan.
Pero al mismo tiempo, en el marco de
esta movilización, se ha de abrir el horizonte constituyente; la fase expresiva
ha de servir a una fase instituyente, a una nueva etapa en la que se produzcan
las institutuciones que reclama hoy la instauración del régimen político del
común. Si el sindicalismo de los Pactos de la Moncloa daba respuesta a la
recomposición del mando de cara a la realización del proyecto neoliberal, el #14N
debería darnos, por la vía de la praxis, la respuesta a la recomposición de un bloque
antagonista capaz de pensar, promover e instaurar el régimen político
del común. Una alternativa para recuperar el control del mundo de la
vida.
Segundo González, militante de Juventud Sin Futuro:
Esta huelga puede ser la
expresión de desesperación de los 400.000 desahuciados que desde 2007 vimos como se consumaba la
trampa de las hipotecas ideada por los las mismas entidades bancarias que ahora
están siendo rescatadas con el dinero que se recorta de sanidad, educación y el
resto de presupuestos sociales.
Esta huelga puede ser la expresión
de rabia del 53% de jóvenes en situación de desempleo y de todos aquellos
que aceptamos sueldos y condiciones de miseria porque no nos queda otra alternativa. El grito de todos los
que nos fuimos, nos estamos yendo o estamos pensando en irnos en busca de una
vida digna lejos de este páramo de desempleo y precariedad. La voz de
aquellas que presenciamos como se destruye la educación pública y la
universidad se convierte en un privilegio.
Esta huelga
puede dar voz a las que vemos cómo se encarece el nivel de vida a
la par que disminuye el poder adquisitivo. Los que sufrimos la subida en el
precio del transporte público, las recetas o el aumento del IVA. Las que
sufrimos la disminución de los salarios, las ayudas y los subsidios. Todos los
que nos arrebatan la asignación de dependencia y las que tenemos que trabajar
para suplirla sin que se nos remunere.
Esta huelga también es de las que
vemos y sufrimos cómo la pobreza aumenta mientras los ricos son cada vez más
ricos. Los que somos espectadores de un juego en el que las élites gobiernan
para sí mismas y condenan al 99% de la
población. Los que vemos como los portavoces de los partidos del régimen (PP y
PSOE), de la CEOE o de la troika nos piden que nos abrochemos el cinturón
hasta llegar a la muerte, mientras siguen viviendo por encima de nuestras
posibilidades.
Esta huelga es la oportunidad de poner
en común todas esas huelgas, todos esos motivos que nos perjudican
directamente o nos provocan rabia. Esta huelga puede ser una gran oportunidad
para desgastar a la dictadura financiera y contribuir enormemente a generar una
identidad colectiva capaz de plantarle cara de forma unitaria.
Este ejercicio de dignidad
puede sentar las bases anímicas para la
construcción de una alternativa política con voluntad transformadora que emane
de las diferentes subjetividades que se oponen a la gestión de esta crisis. Una
alternativa fundamentada en la distribución de la riqueza y del poder que se lo
haga pagar caro a los responsables de nuestra desesperación y, a la vez, siente
las bases de una sociedad donde sea inconcebible la repetición de una
catástrofe similar a la que sufrimos hoy en día.
El 14-N no trabajemos, no
consumamos y salgamos a la calle. El 15-N sigamos movilizados y participemos
en construir la alternativa. Junt@s lo podemos todo.
PopPol Magazine @poppolmagazine
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