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La huelga es
imaginario, la huelga es casi institución activa y representación de poder
popular para una mayoría. Hace poco más de una semana conocíamos la
convocatoria de huelga general, y el ambiente en las universidades ya se
mascaba y se desenvolvía entre una sensación de “llega tarde” y de “por fin la
tenemos”.
¿Cómo se
hace huelga en la fábrica de la precariedad? Tan sencillo en la explicación
como complejo en la práctica. Cortocircuitar, revolverse y pararlo todo. Parar
una facultad, un campus o una universidad entera no se trata de una cuestión
digna de teorizaciones imposibles, sino más bien de extrapolar las reflexiones
tácticas de acción colectiva el mismo día de la huelga, y aplicarlo con
modelos más o menos amplios a realidades diferentes como la universidad.
Hoy, ayer, y
desde hace ya demasiado tiempo, al estudiante se le mide su tiempo de estudio,
de ocio y de vida social con el mismo reloj que el del trabajador asalariado,
radicando diferencias y variantes que nos permiten establecer métodos de huelga
del sujeto estudiantil, accesibles a toda una capa de estudiantes precarios.
Como en
anteriores ocasiones, quizás la funcionalidad del estudiantado en una Huelga
General es la de bloquear de arriba abajo las ciudades, señalando a los culpables
de la crisis sistémica e interrumpiendo los medios de movilidad del 99% como lo
buses, los trenes y el metro. Si bien es cierto que hay experiencias piqueteras
que se escapan a nuestro potencial autoorganizativo, porque nuestra implantación no es latente en
estos sectores, la aportación y la dinámica movilizadora del estudiantado en
sus formas de lucha genera brotes de solidaridad entre el resto de las clases
trabajadoras en huelga ese día.
Pero hacer
la huelga desde la perspectiva y atendiendo exclusivamente a la subjetividad
estudiantil tiene sus riesgos. Sin duda, el mayor de ellos es desprenderte de
los marcos comunes y las coordinaciones que afinan los distintos dispositivos y
formatos de huelga, desde la de consumo hasta la huelga social. La
multidimensionalidad de la huelga, sus vértices y los planos de intervención
del movimiento 15M, #tomalahuelga en Madrid y las diferentes plataformas de
huelga social (y también destituyente) edifica nexos políticos y construye
afinidades, y si no lo hace, forcémoslas, porque tejer y sumar se transforma en
necesidad ineludible en jornadas de huelga, no dividir y contrarrestar el peso
de la fuerza de una mayoría, que al menos ese día, se planta y prefiere el
conflicto antes que el pacto con los de arriba. Ante esto, la lectura de la
confluencia no solamente universitaria sino juvenil (no escolarizada) en los
piquetes fermenta un perfil de huelga que ha tenido sus éxitos, como el
“piquete juvenil” del 29M.
Por ello,
desde la universidad, ante la duda de qué hacer de una capa del estudiantado,
hacia donde dirigirse en esta jornada, la repuesta ha de ser en clave social: acudir a los piquetes y previamente organizar las asambleas para que la huelga
sea un éxito y la presión ejercida sirva para que el paro general sea algo más
que un “hoy me planto y mañana vuelvo al tajo o a la universidad” y más bien se
introduzca la idea de que para derrocar al régimen y a la Troika y
desestabilizar sus medidas de austeridad, es más necesario que nunca designar
una estrategia de movilización consciente de la base social, desde el
sindicalismo mayoritario a los colectivos y plataformas de barrio o de ciudad y
las asambleas universitarias.
La huelga es
de todas y cada una, y no solamente de quien la convoca. Además, no dejarse
arrastrar por la parsimonia del sindicalismo mayoritario de CCOO y UGT a la
hora de preparar la huelga y establecer métodos que deriven en una
generalización del conflicto hacia sectores como el universitario, significa
dotar de carisma y creernos que “si se puede” dar continuidad a la politización
en su forma rupturista en la universidad, atrayendo a la comunidad
universitaria, del PAS al PDI pasando por la masa estudiantil, a la huelga
indefinida, al conflicto constante y a la generalización de la revuelta.
El 14N solo
es el principio de lo que puede llegar a ser la puntilla de un régimen político
y de unas élites económicas con menos legitimidad cada día. Experiencias de las
jornadas de lucha como el 11O y el 18 de Octubre implican una cosmovisión
oportuna a la hora de hacer balance del clima, ya no caliente, sino inflamable
que atraviesa cada aula de cada facultad.
Sin duda, un
14 de Noviembre en huelga a escala euromediterránea deja claro que lo fantasmagórico
está más vivo que nunca, y que el 99% se sitúa como expresión del mismo, por
supuesto, también en la universidad.
Es nuestro
momento, el momento de la revuelta estudiantil. Contra la dictadura de los
mercados, y por la democracia del 99% también
en la universidad. 14N: Huelga Generalizada.
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