miércoles, 7 de noviembre de 2012

De las facultades a la ciudad: Universidad en huelga

Fotogracción.org

La huelga es imaginario, la huelga es casi institución activa y representación de poder popular para una mayoría. Hace poco más de una semana conocíamos la convocatoria de huelga general, y el ambiente en las universidades ya se mascaba y se desenvolvía entre una sensación de “llega tarde” y de “por fin la tenemos”.

¿Cómo se hace huelga en la fábrica de la precariedad? Tan sencillo en la explicación como complejo en la práctica. Cortocircuitar, revolverse y pararlo todo. Parar una facultad, un campus o una universidad entera no se trata de una cuestión digna de teorizaciones imposibles, sino más bien de extrapolar las reflexiones tácticas de acción colectiva el mismo día de la huelga, y aplicarlo con modelos más o menos amplios a realidades diferentes como la universidad.

Hoy, ayer, y desde hace ya demasiado tiempo, al estudiante se le mide su tiempo de estudio, de ocio y de vida social con el mismo reloj que el del trabajador asalariado, radicando diferencias y variantes que nos permiten establecer métodos de huelga del sujeto estudiantil, accesibles a toda una capa de estudiantes precarios.

Como en anteriores ocasiones, quizás la funcionalidad del estudiantado en una Huelga General es la de bloquear de arriba abajo las ciudades, señalando a los culpables de la crisis sistémica e interrumpiendo los medios de movilidad del 99% como lo buses, los trenes y el metro. Si bien es cierto que hay experiencias piqueteras que se escapan a nuestro potencial autoorganizativo,  porque nuestra implantación no es latente en estos sectores, la aportación y la dinámica movilizadora del estudiantado en sus formas de lucha genera brotes de solidaridad entre el resto de las clases trabajadoras en huelga ese día.

Pero hacer la huelga desde la perspectiva y atendiendo exclusivamente a la subjetividad estudiantil tiene sus riesgos. Sin duda, el mayor de ellos es desprenderte de los marcos comunes y las coordinaciones que afinan los distintos dispositivos y formatos de huelga, desde la de consumo hasta la huelga social. La multidimensionalidad de la huelga, sus vértices y los planos de intervención del movimiento 15M, #tomalahuelga en Madrid y las diferentes plataformas de huelga social (y también destituyente) edifica nexos políticos y construye afinidades, y si no lo hace, forcémoslas, porque tejer y sumar se transforma en necesidad ineludible en jornadas de huelga, no dividir y contrarrestar el peso de la fuerza de una mayoría, que al menos ese día, se planta y prefiere el conflicto antes que el pacto con los de arriba. Ante esto, la lectura de la confluencia no solamente universitaria sino juvenil (no escolarizada) en los piquetes fermenta un perfil de huelga que ha tenido sus éxitos, como el “piquete juvenil” del 29M.

Por ello, desde la universidad, ante la duda de qué hacer de una capa del estudiantado, hacia donde dirigirse en esta jornada, la repuesta ha de ser en clave social: acudir a los piquetes y previamente organizar las asambleas para que la huelga sea un éxito y la presión ejercida sirva para que el paro general sea algo más que un “hoy me planto y mañana vuelvo al tajo o a la universidad” y más bien se introduzca la idea de que para derrocar al régimen y a la Troika y desestabilizar sus medidas de austeridad, es más necesario que nunca designar una estrategia de movilización consciente de la base social, desde el sindicalismo mayoritario a los colectivos y plataformas de barrio o de ciudad y las asambleas universitarias.

La huelga es de todas y cada una, y no solamente de quien la convoca. Además, no dejarse arrastrar por la parsimonia del sindicalismo mayoritario de CCOO y UGT a la hora de preparar la huelga y establecer métodos que deriven en una generalización del conflicto hacia sectores como el universitario, significa dotar de carisma y creernos que “si se puede” dar continuidad a la politización en su forma rupturista en la universidad, atrayendo a la comunidad universitaria, del PAS al PDI pasando por la masa estudiantil, a la huelga indefinida, al conflicto constante y a la generalización de la revuelta.

El 14N solo es el principio de lo que puede llegar a ser la puntilla de un régimen político y de unas élites económicas con menos legitimidad cada día. Experiencias de las jornadas de lucha como el 11O y el 18 de Octubre implican una cosmovisión oportuna a la hora de hacer balance del clima, ya no caliente, sino inflamable que atraviesa cada aula de cada facultad. 

Sin duda, un 14 de Noviembre en huelga a escala euromediterránea deja claro que lo fantasmagórico está más vivo que nunca, y que el 99% se sitúa como expresión del mismo, por supuesto, también en la universidad.

Es nuestro momento, el momento de la revuelta estudiantil. Contra la dictadura de los mercados,  y por la democracia del 99% también en la universidad. 14N: Huelga Generalizada.

Víctor Valdés @VictorValdesco 
Activista estudiantil de la  Asamblea de Filosofía UCM

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