Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre. Conspiración,
pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora de evocarla
sin dilación.
Y ahí estaba Guy Fawkes. Pensando en el 5 de noviembre mientras
cobraba fuerza una idea: volar por los aires el parlamento británico
y asesinar al rey Jacobo I de Inglaterra con un plan que recibiría
el nombre de la Conspiración de la pólvora.
Fawkes, el brazo ejecutor, fue arrestado por tal acto el 5 de noviembre de 1605. Fue ajusticiado
en enero de 1606 y, desde entonces, Inglaterra celebra la Guy Fawkes Night o la Bonfire Night, en la que queman a un pelele
con una máscara que representa a Fawkes.
Más de cuatrocientos años después, quién iba a pensar que se seguiría
recordando esta fecha y no sólo por la tradición que se instauró
en Inglaterra. El cómic de Alan Moore y David Lloyd mitificaría el
5 de noviembre, y de su adaptación a la gran pantalla nacería una
película de culto que se ha convertido en uno de los símbolos de las
revoluciones modernas. Hablamos, aprovechando la fecha, de V de Vendetta.
Una Inglaterra que intenta recuperarse de una guerra nuclear bajo
el yugo de un gobierno fascista nos trae a un enmascarado que encarna
el anarquismo y la lucha por un mundo justo recuperando los vestigios
más quiméricos de Guy Fawkes.
“Pero en esta noche tan prometedora permíteme que
en lugar del banal sobrenombre sugiera el carácter de esta dramatis
persona. ¡Voilà! A primera vista un humilde veterano de vodevil en el papel de víctima y villano por vicisitudes del destino, este “visage” ya no más velo de vanidad es un vestigio de la vox populi ahora vacua, desvanecida. Sin embargo esta valerosa visión de una extinta vejación se siente revivida y ha hecho voto de vencer el vil veneno de estas víboras en avanzada que vela por losviolentos viciosos y por la violación de la voluntad.El único veredicto es venganza, vendetta, como voto, y no en vano, pues la valía y veracidad de ésta un día vindicará al vigilante y al virtuoso. La verdad, esta vichyssoise de verborrea se está volviendo muy verbosa. Así que solo añadiré que es
un verdadero placer conocerte y que puedes
llamarme V”
Él es V, y dice que la libertad se escribe con
esa misma letra. Enigmático, sarcástico, culto –a menudo habla con
citas de escritores y grandes pensadores-, de sonrisa romántica y perpetua,
ácrata y con una palabra vibrando en los labios: revolución. Con V. V encarna un tipo ideal de determinación
que podría hacer real una lucha social pero que, a su vez, choca contra
esa sociedad que no es más que la variable de la ecuación que le falta.
La película plantea el conflicto que se crea cuando una persona, tras
una máscara y unos ideales, decide intentar despertar a la muchedumbre
por medios más atípicos.
Años más tarde, el movimiento Anonymous adquirió esa máscara como emblema. Cientos
de personas salieron a la calle enmascarados y agotaron la careta en
las tiendas de disfraces. Que la careta se vendiera en ese tipo de tienda
y allí acudieran para adquirirla no puede ser una casualidad, seguro
que para V no lo hubiera sido (Yo, al igual que Dios, ni juego al azar, ni creo
en la casualidad.) El arrojo del personaje ficticio, su dilección por la violencia y
su deseo de venganza son cualidades que no se compran en una tienda
de disfraces. Ni tampoco en cualquier otra clase de tienda. No obstante,
en los últimos años miles de personas se han lanzado a la calle por
diversas reivindicaciones escudándose en esa barbilla y ese bigote
que ahora a todos nos suena. Han jugado a ser V, conocieran o no la
historia o el personaje, y supieran o no lo que su máscara –aunque
ya algo desvirtuada- representaba.
V de Vendetta deja un regusto heroico y rebelde que ha inspirado a las masas de
las contemporáneas revueltas sociales. Lo que nació de un conspirador que luchaba por la religión católica
–curioso dato este- ha querido transformarse en una insignia de verdadera
revolución. Como tantas otras. No obstante, aún hoy, al toparnos con
una máscara de Anonymous, pues así las conocemos ahora, seguimos pensando
en el V del cómic y el representado por Hugo Weaving. No en esa libertad que, se dice, debería escribirse
con V (de Venganza).
Elena Cortés Alonso @pieldelibelula
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