La coyuntura económica y política que atraviesa España en
estos momentos tiene un efecto directo y visible en la población: desempleo,
subida de impuestos, disminución de ayudas sociales, recortes económicos en los
servicios públicos básicos como eduación y sanidad. Y es en este contexto en
el cual se dan las condiciones idóneas para la actuación de los movimientos sociales, ya que aunque
estos tengan presencia permanente en la sociedad, es ahora, en una situación de
elevado descontento y tensión social, cuando
la presión que ejercen puede obtener mayores resultados.
El movimiento estudiantil, a diferencia de la mayoría de movimientos
sociales, no se caracteriza precisamente por su contínua permanencia en el
tiempo, así que despierta tras cuatro años de letargo decidido a reaparecer
pisando fuerte pero avanzando despacio, ya que en su memoria queda el fracaso
de la lucha anti-bolonia. En España el movimiento ha llevado siempre un
discurso principalmente académico, en 2001 contra la LOU (Ley Orgánica de Universidades), en 2008 contra el Plan Bolonia, y este año extiende su
discurso en el ámbito político: contra los recortes y en defensa de una
universidad pública de calidad, alejada de planes de estudio orientados al
mercado laboral, autónoma y democrática.
Bases de la educación universitaria
Actualmente la enseñanza universitaria
española a nivel estatal está regulada por la Ley Orgánica de Universidades (año 2001, LOU), por la Ley Orgánica de Modificación de la Ley
Orgánica de Universidades (año 2007, LOMLOU),
por un Real Decreto Ley 1393/2007 en el
que se concreta la adaptación del sistema español al Espacio Europeo de
Educación Superior, conocido también como “Plan Bolonia”, y por el Real Decreto Ley 14/2012 promulgado
el 20 abril por el que se establecen medidas
urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo.
Regulación de la enseñanza universitaria española. Elaboración propia. |
Es
paradójico que el movimiento social que agrupa y representa a los estudiantes
universitarios haya rechazado las tres últimas reformas legislativas que se aprobaron con el fin de mejorar la
enseñanza superior española. Y es que es desde dentro de las propias
instituciones y colectivos sociales desde donde deberían salir las propuestas
de cambio y mejora, ya que son ellos los que mejor conocen sus necesidades.
Pero
volvemos a lo de siempre: la clase política gobierna al margen de los
ciudadanos ejecutando leyes que van contra los intereses de los mismos,
haciendo caso omiso a sus reivindicaciones y propuestas. Ante esta mecánica de actuación,
el movimiento estudiantil “propone
la apertura de un debate público para que sea la propia sociedad la que elija
democráticamente el proyecto educativo que quiere” como afirma Julio Martínez-Cava, portavoz del
movimiento estudiantil en Madrid y representante de estudiantes de la UCM
(Universidad Complutense de Madrid).
Evolución del sistema
universitario
Pero el problema viene de lejos, en los años noventa,
cuando el sistema universitario heredado del franquismo quedó obsoleto y era
necesaria una reformulación de la universidad y otorgarle una nueva finalidad a
la institución, ni las autonomías, ni el ministerio, ni los profesores, ni los
alumnos tenían un proyecto sólido. Mientras que en Europa se gestaban los
inicios del llamado Plan Bolonia, en España el primer movimiento fue cambiar la
estructura interna de la universidad pública y asentar la universidad privada,
a través del Informe Bricall (Informe Universidad 2000) y la LOU (2001). Ante esto el movimiento estudiantil manifestó
su rechazo movilizándose contra ambas medidas. Por esos años Luis Alegre Zahonero, profesor de la
Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, era estudiante y
recuerda como “en 1999 arrancamos con las movilizaciones contra el Informe
Bricall y la mercantilización de la Universidad, la motivación fue y ha sido
siempre la misma: detener el plan de demolición sistemático cuyo diseño se
realizó en la OMC [Organización
Mundial del Comercio]
en los años 90”. Pero la respuesta del movimiento no contaba con un proyecto
concreto en contraposición al que se planteaba desde las oligarquías y éstas
movilizaciones fracasaron. Aunque la falta de un proyecto alternativo no fuera
la única causa de esa derrota, constituye una debilidad no sanada hasta el
momento.
Cartel en la Facultad de Filosofía y Filología (UCM) durante la jornada
de lucha estudiantil del 11 de octubre de 2012.
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Otro aspecto que debilita al movimiento estudiantil es su composición, ésta determina que su carácter sea cíclico por nutrirse de individuos que cursan estudios superiores (universitarios, formación profesional, máster), cuya duración es limitada y por tanto a corto plazo dejarán de formar parte del movimiento estudiantil. Esto provoca que el movimiento se renueve y reinvente continuamente, y los líderes cambien cada cuatro o cinco años. Esta condición es una de las principales causas de la repetición de los errores en los métodos, discursos y programas a lo largo de los últimos años, por ello la formación de los militantes dentro del movimiento es fundamental para evitar repetir los errores del pasado.
Pancarta en la Facultad de
Ciencias Políticas de la UCM en el 2008.
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Entre las filas del movimiento estudiantil costó aceptar la derrota contra
la LOU, lo que generó un estado de desconfianza y desánimo en los años
siguientes. En el curso 2008-2009 estallaron con fuerza las movilizaciones
contra el proceso de Bolonia, que aunque no conquistaran el objetivo de parar
la reforma, consiguieron devolver en el 2009 las competencias de educación
universitaria al Ministerio de Educación,
ya que éstas se encontraban antes en el Ministerio de Ciencia e
Innovación.
La acción fallida contra el Plan Bolonia provocó que el movimiento dejara de creer en su fuerza y se debilitara mucho. Sin embargo las circunstancias sociales, económicas y políticas son distintas a las de esos años, y el movimiento está volviendo a confiar en sí mismo. Como recuerda Luis Alegre “es fundamental que no olvidemos el enorme poder político que tiene la Universidad, especialmente una Universidad como la Complutense, por su tamaño (cerca de 100.000 estudiantes concentrados a diario), por su tradición de resistencia y por su ubicación”. El movimiento estudiantil se está levantando para cargar contra el ataque que está sufriendo la educación en general y la universidad pública en particular. “Hemos recuperado el movimiento estudiantil en solo dos años, teniendo en cuenta que la última acción acabó en derrota” sentencia Julio Martínez-Cava.
Organización de la lucha
El movimiento estudiantil dispone
de gran autonomía, y en él confluyen
estudiantes de diversas ideologías y distintas corrientes políticas, lo que le
dota de una heterogeneidad singular.
Es un movimiento que pretende organizarse a través del órgano más democrático:
la asamblea. Las asambleas son el
motor del movimiento, cuya organización horizontal da a todos los miembros el
derecho a expresarse libremente, y en donde todos los votos y opiniones tienen
el mismo valor.
En
octubre de 2011 surge la plataforma tomalafacultad
como coordinadora en la que agrupar las asambleas
de estudiantes de las universidades madrileñas. A ella solo se han sumado las
asambleas de las universidades públicas:
la Universidad Complutense, la Autónoma, la Politécnica, la de Alcalá de
Henares, la Carlos III y la Rey Juan Carlos. Esta plataforma dota al
movimiento estudiantil madrileño de un espacio
de organización colectivo, en el que poner en común las iniciativas y demandas de las
asambleas que realiza cada universidad pública, semanal o mensualmente, para
poder trabajar y realizar acciones conjuntamente, por ejemplo acordar la misma
fecha para una jornada de huelga.
Manifestación en Madrid por la universidad. Fuente: EFE.
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A nivel estatal el movimiento estudiantil
lleva desde el curso pasado utilizando todas sus herramientas de lucha para
hacerse ver y oír, tanto aquellas ligadas a la presión social (manifestaciones, huelgas, actos públicos,
encierros…) como aquellas que van ligadas a las instituciones educativas (los representantes de estudiantes que
forman parte del movimiento cristalizan las demandas del mismo a nivel de Junta
de Facultad, de Claustro Universitario…).
La falta de coordinación estatal del movimiento,
que es una de las debilidades del movimiento estudiantil en España, está
cambiando en los últimos meses. Reflejo de ello es el encuentro a nivel estatal que está teniendo lugar este fin de
semana, los días 23, 24 y 25 de noviembre en Barcelona y Sevilla
simultáneamente, de estudiantes que participan del movimiento estudiantil, con
el que se pretende tejer una red
entre las universidades españolas para una mejor
comunicación y una coordinación de
las acciones para así aunar fuerzas.
Encierro en la facultad de
Filosofía y Filología (UCM) en marzo de 2012. /Fotogracción.org
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El calendario de invierno del movimiento estudiantil trae muchos días
marcados, no le temen al frío porque su
fuego se está avivando, y motivaciones para luchar por lo que creen les
sobran. Les sobran motivos a los estudiantes
que luchan ahora, como Julio: “luchar por algo que es justo,
digno y necesario como es garantizar a la población el derecho a algo tan
básico como la educación”. Y a los que lucharon antes, cuando eran estudiantes, y hoy apoyan al movimiento desde el
lado del profesorado, como Luis: “En una sociedad como la nuestra,
es un suicidio intelectual destruir como se está haciendo la institución
universitaria”. La causa del movimiento estudiantil queda legitimada, no siendo
otra que la de defender y proteger el patrimonio
social que es la Universidad, donde producimos el más preciado bien común: el conocimiento.
Blanca Gordaliza Parra @Blancs11
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