Absténganse de leer
los que consideran al fútbol como deporte de referencia.
Hace algunas semanas
el CSD anunció que las subvenciones
a las federaciones deportivas iban a reducirse
en un 34%. Muchos
se han sorprendido ante esta noticia, más aún después del éxito
de los deportes “minoritarios” en los últimos Juegos Olímpicos.
Hay que recordar además que este recorte a las que de verdad hace
daño es a las federaciones pequeñas, las que, casualmente impulsan
los valores del deporte con mayor fuerza.
Como siempre en
estos casos, los mayores perjudicados son
los deportistas. No hablo de los que
obtienen mucho dinero con esto, ni siquiera de los ganadores de
medalla en Londres 2012, sino de los que están por llegar. Esta
reducción del presupuesto de las federaciones es hipotecar
el futuro del deporte español. Las
federaciones tratarán de cumplir sus objetivos con los deportistas
consagrados, los que ya están en la élite, y comenzarán
a olvidarse de la base, esa que, dentro
de unos años será la que represente al país. Deportes que tantas
alegrías han dado a la sociedad española como el waterpolo, el
balonmano, la natación, el atletismo (éste con problemas deportivos
mucho más graves) o la vela están contra las cuerdas.
Muchas son las voces
que claman contra la decisión del CSD, pero es
inevitable reducir esas subvenciones,
más aún teniendo en cuenta que los derechos en sanidad y educación
comienzan a tambalearse. Lo que no es aceptable es que se ahogue al
deporte de esta manera, ya que este mundo podría sobrevivir sin las
subvenciones del gobierno. El problema reside en la falta de
flexibilidad en la Ley de Mecenazgo, y
no sólo lo digo yo.
Si esa ley cambiase, los deportistas podrían financiarse de forma
más cómoda, a través de patrocinadores privados.
Numerosos países europeos han comenzado a
desarrollar este tipo de leyes acercándose a modelos deportivos
mucho más favorables con el deportista, como por ejemplo el
estadounidense. Gracias a estos cambios en las leyes, el deporte en
general y los deportistas en particular dejan de depender de
ayudas públicas para comenzar a financiarse a través de
patrocinadores o mecenas privados.
Pero como toda solución a un problema
acarrea otro, esta no iba a ser menos. En este caso la dificultad
radica en la sociedad, como casi siempre. En este país estamos
acostumbrados a vivir del Estado (no, no es una crítica al sistema
de ayudas sociales) y, por un lado, ni los deportistas intentan
buscar patrocinadores, ni, por el otro, los posibles patrocinadores
entienden las ventajas que supone invertir en el deporte. Las
ayudas estatales son buenas, por supuesto, pero excesivas en este
mundo del deporte en el que la empresa privada invierte poco.
Nacho Barranco @ridebikesbf
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