En 2008 Zaragoza fue sede de una Exposición Internacional, conocida como la “Expo del Agua”. Los tres meses que ocupó se utilizaron para una continua reivindicación del líquido elemento y su función en nuestras vidas, así como para denunciar su mal uso y la necesidad de desarrollar formas sostenibles para su obtención y empleo. Cuatro años después, el panorama en el recinto de la exposición es desolador, casi lunar: edificios abandonados, hoteles vacíos, calles desiertas...sólo algunos de los pabellones han sido empleados para oficinas.
Este
mes el edificio central de la exposición y ya uno de los iconos más
reconocibles de la ciudad, la Torre del Agua, ha vuelto a
la vida. Pero su principal función y objetivo ha quedado bajo
tierra. Se dice que en el siglo XXI todo pasa más rápido: sólo
esto puede explicar que un espacio creado por y para
la sostenibilidad esté siendo empleado por
Volkswagen para publicitar su nuevo coche, en forma de discoteca
de lujo.
La
Torre del Agua, diseñada por el arquitecto Enrique de Teresa, se
erigió como figura más visible y, por tanto,
reconocible de la exposición. De 76 metros de altura y curiosa forma
torsionada, supuso una inversión de 53,5 millones de
euros. Tras la clausura de la Expo 2008, iba a ser explotada
por la Caja de Ahorros de la Inmaculada para actividades culturales y
lúdicas diversas, sin que hasta el momento esta caja aragonesa haya
invertido un solo euro, con esta finalidad o con cualquier otra.
Tres años de parón que empezaban a llenar las formas de la gigantesca torre de telarañas. Y, entonces (digamos, tres años después), apareció ella. Volkswagen. Con su nuevo modelo, el Golf 7. La cita, una presentación de este coche de estreno entre cócteles de lujo, luces de neón y música a cargo de varios Djs, recibirá, en palabras de los organizadores, a más de 10000 visitantes hasta su cierre el 16 de noviembre. Según el presidente de la Cámara de Comercio, Manuel Teruel, la gigante automovilística dejará “15 millones de euros en la capital aragonesa”, y supondrá una oportunidad para reactivar el uso de este y otros edificios del meandro de Ranillas zaragozano.
Dejando
de lado lo improbable, visto lo visto, que resulta esta última
afirmación, cabe cuestionarse esta temporal conversión: uno no
quiere escupir un par de dogmas anticapitalistas y quedarse tan
ancho, pero ver una macrodiscoteca, ya bautizada como Club 7, en la Torre del Agua
resulta demencial y triste. Por supuesto, a los
habitantes de la capital aragonesa no les parecerá del todo mal
ninguna iniciativa que ayude a recuperar, aunque sea
mínimamente, los 2250 millones que costó según
datos oficiales la Expo 2008.
Pero
a qué precio. Aunque acoger esta celebración supuso un
auténtico harakiri para la economía zaragozana, los
ciudadanos podían guardar un buen recuerdo de ella:
por una vez, a pesar del desmedido despilfarro, se había perdido
dinero por una buena razón; se lograra en mayor o menor medida, la
Expo 2008 trató de concienciar a la población de la
importancia del agua. Ahora, todo queda reducido al uso privado,
a ser vocero (de lujo) de un automóvil alemán.
La
Expo 2008, cuatro años después
Según
datos oficiales, el coste de la EXPO 2008 ascendió a un total
de 2.250 millones de euros. De ellos, 700 se
invirtieron en el recinto y 1550 en un plan de acompañamiento de
infraestructuras. A esta ingente cantidad de dinero hay que sumar los
gastos incurridos en acondicionar los edificios para darles una
utilidad posterior.
Cuatro
años después nos encontramos con que la mayoría de los edificios
emblemáticos siguen con las puertas cerradas. El
pabellón puente, diseñado por la célebre arquitecta Zaha Hadid, en
el que estaba previsto su utilización por Ibercaja como recinto para
exposiciones, no se le ha dado utilidad alguna a día de hoy.
En
el Pabellón de Aragón, de los arquitectos Olano y Medo, se iba a
ubicar la Consejería de Educación del Gobierno de Aragón, sin que
hasta el momento existan indicios del comienzo de las obras a tal
efecto.
El
Pabellón de España, del arquitecto Patxi Mangado, cuyo titular es
la Administración del Estado, y que originariamente iba destinado a
albergar un Instituto sobre el Cambio Climático, se encuentra en un
estado de abandono absoluto con
desprendimientos de la cerámica de la estructura externa.
Los
Pabellones de Países, Comunidades Autónomas y Temáticos iban a ser
destinados a parque tecnológico y empresarial. La escasa o
nula demanda por parte de la iniciativa privada ha
ocasionado que estos edificios, una vez remodelados, se estén
destinando para albergar Organismos de la Administración Autonómica
y la Ciudad de la Justicia.
Otros proyectos
disparatados, como las telecabinas que unían la estación
Intermodal con la Expo o el canal de aguas bravas están abandonados
por las cuantiosas pérdidas que ocasionaba su explotación. Especial
mención merece otra actuación que choca frontalmente con la idea de
sostenibilidad, santo y seña de la Expo: el Azud abatible en el río
Ebro para regular las aguas y hacer navegable un tramo de 4
kilómetros, para lo cual fue necesario dragar el río en varias
ocasiones, de tal forma que su caudal se adaptase a los
barcos y no al revés, como dicta el sentido común. Esta
concesión es una auténtica ruina y el Ayuntamiento de Zaragoza
pretende endosar el déficit de explotación a la empresa de los
autobuses urbanos.
Roberto
Gil García @robergilgarcia
Fotografías extraídas de:
Heraldo de Aragón
No hay derecho desde luego. Es que hacen con nuestro dinero lo que quieren.
ResponderEliminarYo fui a la Expo, y esto se veia venir de lejos, como suele pasar en estos casos. Una infraestructura tan enorme en una ciudad como Zaragoza no se amortiza, era de sentido comun.
ResponderEliminarLa expo como tal, aunque tuvo grandes detractores (sin ir mas lejos, el famoso grupo de rap zaragozano Violadores del Verso la nombra en "8 lineas", si no me equivoco) no estuvo nada mal. Yo desde luego la disfrute y consiguio que fuese a una ciudad que seguramente no habria pisado hasta mucho mas tarde.
Pero es que estabamos en pleno boom de las infraestructuras. Ha pasado lo mismo con el Niemeyer, con la Ciudad del Circo... somos un pais con continente pero sin contenido (nuestro contenido se expone en el extranjero).Supongo que es una falta historica...mucho de cara para fuera, poco hacia dentro.
En fin, vaya perorata, que si Roberto, que es una verguenza que en una torre en la que habia una escultura colgante increible ahora se instale una disco. This is Spain
Gracias por comentar a los dos!
ResponderEliminarPues sí, bastante vergonzoso. Con esa escultura que comentas, Álvaro, que si no recuerdo mal se llamaba Splash, no sé qué habrán hecho, probablemente se haya convertido en unos cuantos tubos de escape de Volkswagen.
En cuanto el gasto en infraestructuras, aquí fue desmedido, pero es que además la zona pilla bastante a desmano a casi cualquier zaragozano. Está bien acondicionada, es agradable para pasear, parece que últimamente hay más vidilla (en fines de semana)...pero ahí es imposible hacer dinero.
Para hacer de abogado del diablo os diré que para los que vivimos en Zaragoza la expo no fue del todo un desatino. Efectivamente sirvió para que las orillas del ebro se sanearan que ya hacía falta. Por lo demás suscribo todo lo dicho por Roberto
ResponderEliminarfluvi también fue un acierto aunque la verdad resultó ser un poco "fresco" y nos ha salido un poco caro
ResponderEliminarJodo, por fin una crónica de esto. Bien, rober, bien
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