sábado, 7 de abril de 2012

Érase una vez...


EXPLOSIÓN

Un buen día las fábricas de la ciudad fueron explotando, una a una, de repente y por sorpresa nos vimos en las calles

Sin más cadenas de montaje ni más maquinas de fichar

Era el final de la esclavitud laboral. Ese día estábamos solas, ni el sindicato ni el partido vinieron a ver como la fábrica desaparecía, cómo empezaba un nuevo mundo

Fueron momentos de felicidad, de diversión, de actividad... tanta fue la alegría que a nadie se le ocurrió mirar donde caían los trozos de aquella explosión

Daba igual, LA FABRICA HABÍA EXPLOTADO



MIEDO

Nadie pensó qué era vivir sin fábrica. Unos se encerraron a leer y muchos siguen leyendo porque en el siglo de la fábrica nadie pensó en la inexistencia de estas. Algunos dijeron que la habíamos explotado nosotras, que la creatividad y la política había eliminado el trabajo para siempre, que seríamos libres. Otros querían volver a las ruinas en las que algunas seguían encadenadas, pero todas sabemos que tanto trabajo es muy aburrido

Dijeron que el capitalismo sin fabrica sucumbiría, pero

¿QUÉ MÁS NOS DABA?

El problema empezó al ver que los dueños no lloraban sus fábricas, ellos habían visto caer los trozos y ahora los recuperaban

Se unieron a nuestras fiestas, nos dijeron que ya no había fábrica y podríamos trabajar poco y de formas nunca pensadas. Ellos habían visto caer la fabrica sobre cada rincón de la ciudad, ellos la habían creado y sabían como explotarla, como volver a atarnos a ella

Según acababa la fiesta descubríamos la fábrica de nuevo, la descubríamos a cada paso, en cualquier lugar... incluso nos dimos cuenta de que se nos habían metido trozos dentro, en nuestra mente, en nuestro lenguaje y en nuestras relaciones

¡QUÉ FATALIDAD!

Los dueños, los de siempre, corrieron a decir que esa fábrica era suya,
pero que no había que preocuparse...
nosotras ya no éramos clase, no estábamos todas juntas.

Como no había edificio no habría más trabajo ¿o no? Se reformuló la idea: Como la fábrica cayó por la ciudad TODO ES FÁBRICA

¡QUÉ FATALIDAD!

No más tiempo libre, no más libertad, no más educación, no más cultura...

Solo trabajo, producción y reproducción, consumo y formación (que no aprendizaje)
La felicidad se tornó en derrota. La fiesta en desesperanza...

LA HISTORIA MORÍA AQUÍ
¡QUÉ FATALIDAD!


DESPERTAR

Pero sorprendentemente no se sucumbió.

La ciudad empezó a despertar, las personas se relacionaban rompiendo la nueva explotación, compartían y creaban en comunidad. Nos organizábamos en asambleas, actuabamos sobre la realidad, no podíamos desertar de la vida y por ello iniciamos nuestro éxodo particular

Éxodo: Huida positiva, huir para crear, huir de la nueva esclavitud para crear la libertad.

Nosotras somos las que no venimos ni vamos a la fábrica, crecimos en sus grietas como mala hierba que corroe sus estructuras, abrimos espacios, liberamos. Nuestro éxodo no es pasivo GRITA, toma las calles, las revoluciona, desobedece y reformula la frontera de la violencia

Éxodo y Revolución con un gran DESEO...

LIBERAR LA CIUDAD
Okupando, compartiendo, dibujando, festejando, luchando pero sobre todo creando.... pero ¿el qué?
Muy sencillo: COMUNISMO
Calle a calle y conciencia a conciencia construimos comunismo.

Pero dicen que eso es imposible y preguntan sorprendidas:

¿Dónde?
En cada espacio de la ciudad, en tu calle o en la mía, en los parques, en las empresas de telemarketing, en las ruinas de la fábrica o sobre las fronteras
¿Cómo?
Desde abajo, desde la autoorganización; organizando la rabia para defender la alegría, en asambleas uniendo las rebeldías y las ilusiones; compartiendo lo común; reescribiendo el lenguaje y nuestras relaciones

Dicen:

¡Ya lo intentasteis y fue terrible!
Comunismo como verdadera democracia sin dictadura, sin gobiernos técnicos, desde abajo, de todas para todas, eso no lo intentamos

RESPONDEMOS

Es entonces cuando decidimos entre todas que su fin de la historia nos aburría y el capitalismo nos mata. Decidimos que la autogestión es divertida y el comunismo es vida que merece ser vivida


Ignacio Martín Pina, militante de Juventud Sin Futuro y Colectivo 1984

2 comentarios:

  1. De acuerdo, me encanta que nuevamente haya gente dispuesta a tirar para adelante con el viejo proyecto, con nuevos instrumentos y con todo lo aprendido en luchas y experiencias anteriores. Adelante y mucha suerte!

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  2. "¡Ya lo intentasteis y fue terrible!"
    Para ellos, los burgueses, desde luego que si, fue terrible.

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