Si atendemos a la definición que dimos en el Manifiesto, "aquellos espacios en los que la cultura pop en sentido amplio y la política se juntan, chocan, confluyen o se tocan tangencialmente", y reflexionamos un poco, concluiremos que uno de los principales ámbitos en los que aparece lo poppolítico es el fútbol. En la actualidad, esto es fácilmente observable en la inminente Eurocopa, que cada día se parece más al festival de Eurovision y de la cual Mariano Rajoy espera muchos éxitos para poder usar un poco más la tijera. No obsante, existe otro lugar en el que se viene desarrollando una contienda poppolítica de primer nivel: la ciudad del viento, Zaragoza.
Capital de Aragón y quinta ciudad de España por población -700000 habitantes [1] -uno de sus estandartes, además de la Aljafería, la Basílica del Pilar o el río Ebro, siempre fue su equipo de fútbol, el Real Zaragoza. Fundado en 1932, es el noveno equipo de la clasificación histórica de la Primera División, algo que no se ve reflejado en el errático vagar que ha llevado en los últimos años, siempre al borde del descenso y quizá de la desaparición. Hoy, con la renovación del heroico entrenador Manolo Jiménez, en calidad de Mánager General, se abre un halo de esperanza. Pero el enemigo, el presidente Agapito iglesias, sigue ahí. Y las decenas de miles de aficionados del equipo no cejan en su empeño: echarlo de la entidad.
Agapito
Iglesias es un promotor de suelo industrial que en 2006 se hizo
con la totalidad de las acciones del Real Zaragoza. En un principio no ocupó el
cargo de presidente –era Eduardo Bandrés, que dejó el puesto de Consejero de
Economía y Hacienda del Gobierno de Aragón, curioso-, hasta el treinta de
diciembre de 2009, cuando nuestro antagonista tomó esa responsabilidad. La
trayectoria del equipo en los últimos años, así como funcionamiento del club,
los comenté hace unos meses en el medio Mandapelotas, en el artículo RealZaragoza: ser último no es lo peor, por si se quiere ampliar la información.
Desde la fecha de esa publicación, ocho de diciembre de 2011, se han producido
varios cambios en lo relativo al Zaragoza. Los más destacados, el auge del movimiento
“Salvemos el Real Zaragoza” y la costumbre de pitar en el minuto 32 de todos
los partidos, se gane o se pierda, se marque un gol o se encaje en ese
instante, al presidente del club.
Los aficionados zaragocistas están
indignados. Indignados por una gestión opaca, ineficaz e irresponsable, por un
hombre que no les representa. Si os pasáis por el blog http://salvemoselrealzaragoza.blogspot.com.es/
veréis que la estética es tan similar como la reivindicación. Además de
Salvemos el Real Zaragoza, continúa con fuerza el movimiento avispa, cuyo
manifiesto podéis leer aquí,
que se formó entre numerosas peñas a finales de 2010 para luchar por su equipo,
levantándose en contra de Agapito Iglesias y su gestión. Los vídeos llueven y
las manifestaciones se suceden, también las recogidas de firmas –más de 22000
para que el mandatario ceda el puesto-.
Imagen cedida por Movimiento Avispa |
La respuesta de Agapito, no acercarse por
los campos y reivindicar su zaragocismo en cada declaración. Al ver que no
funcionaba, trató de acercarse a Twitter, uno de los medios que más bulle en su
contra, para ganarse al populacho con un par de chistes. Los hashtags van
variando, el último #sinmanolonohayabono y el ya mítico #sisepuede, pero hay
uno que no cambia: #agapitoveteya -surgió incluso una cuenta con ese
nombre y un site-. Agapito Iglesias aterrizó en la red de
microblogging el catorce de marzo, con el nickname algo cani Agapito_RZ, y
desde ese día ha publicado quince tweets para acercarse a su afición y expresar
su opinión -que aparentemente no es mucha-. Encomiable. En tiempos de crisis,
lo mejor es esconderse. Tiene la lección bien aprendida el mandatario
soriano.
El fútbol y la política son inseparables.
Como afirma Eder García Ortega, uno de los opinadores políticos de la web y
soriano como Agapito, "Los políticos dirán
que un equipo es el mejor escaparate y reclamo perfecto para el turismo.
Mientras, hacen amigos y sus ciudadanos no se meten con ellos si el equipo va
bien." Pero el Zaragoza no va bien, y el zaragocismo no va a
callar. Más de uno y de dos se reirán, pensarán si no tienen algo mejor
que reivindicar una institución de chavales que pegan patadas a un balón, que
hay cosas más importantes. Pues no, no lo tienen. Es el tiempo de la
poppolítica.
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