viernes, 18 de mayo de 2012

Nadie lee, pero nosotros seguiremos escribiendo



La lectura está en crisis en nuestro país. Pero, ¿qué nos importa? Más allá de euros y editoriales, lo que busco transmitir aquí es el sentimiento que mueve a todos y cada uno de los escritores a enfrentarse a una página. No importa si escribir está en alza, si se lleva o va a darnos de comer. Lo puramente literario surge desde dentro y es irreprimible. Lo puramente literario es mágico por inexplicable.
Tengo la intención de hilar bien fino en este artículo, sobre todo, porque quiero hacer mención de la Escuela de Escritores, que es, para mí, una gran fuente de inspiración. Desde la primera tabla de madera que cubre el suelo de su sede en Madrid, hasta cada soplo de aire que recorre las aulas. Cuenta con cursos online y presenciales en Madrid, Burgos y Zaragoza. Asimismo, imparte el Máster de Narrativa, una formación integral acerca del oficio de escribir.

Me parece que no hay mejores palabras que las del Coordinador del Máster, Ignacio Ferrando, para acercarnos a cómo surgió una iniciativa de este tipo y en qué se fundamenta:
“El máster es la iniciativa de un grupo de escritores que vimos que, entre las enseñanzas regladas, no había nada parecido a esto. En España, al contrario que en otros países europeos, se ha desterrado sistemáticamente la idea de que la escritura pueda “aprenderse”. Se es genial o no se es. Paradójicamente, en nuestro país existen instituciones que te enseñan a ser pintor, escultor, arquitecto o actor (todas ellas con diversos grados de oficialidad). Es evidente (en todo artista lo es) que existe un punto de vista personal, un brillo, algo inherente que diferencia a un autor de otro. Esto determina su estética. Pero no es menos cierto que gran parte del trabajo del escritor (casi todo) sí puede ser enseñado. Transferido. No solo me refiero a las técnicas, sino a diversos modos de sentir, a los hábitos creativos, a las lecturas y, por qué no decirlo, a la formación intelectual. La combinación de ambos factores, creemos, convierte a nuestro máster en el caldo de cultivo ideal para que nuestros alumnos puedan realizar la búsqueda personal de su propio estilo”.
El Máster de Narrativa ha tenido una acogida excepcional desde el principio y el número de alumnos crece cada año. Es un proyecto joven que va a llevar a cabo, el curso que viene, la cuarta promoción. La admisión está abierta a otros países y algunos de los alumnos vienen a España para dedicarse al Máster en exclusiva. De esta osadía o locura literaria hablaremos más adelante, acercándonos de forma personal a alguno de los valientes.
Como en cualquier arte y oficio, es importante, a la hora de aprender y crecer, que el personal docente del curso logre transmitir a los alumnos una serie de valores. Para Ignacio Ferrando el valor más representativo del máster es la libertad creativa: “La posibilidad de que el alumno adquiera las herramientas de trabajo y haga una lenta digestión para desterrar lo accesorio, lo que no le interesa, y quedarse y profundizar con aquello con lo que más se identifica, lo que le es más útil”.
Todos sabemos que la situación de la escritura es complicada. Vivir de lo que uno escribe es difícil y, por tanto, la búsqueda de un equilibrio personal y artístico se vuelve fundamental. Ignacio Ferrando resume esta referencia continua al mañana y a la difícil situación de los libros con unas palabras que creo resultan clarificadoras:
“¿Qué significa ser realista para mí? La vida es lo que es. Una broma de mal gusto. Por tanto, no hay nada más realista que ser feliz. Lo sé. No son sinónimos. Siquiera se parecen. Pero, ¿es acaso más realista entregarte a un trabajo en el que sientes que no eres tú? Probablemente sea más real, pero no más realista. Por supuesto ser feliz conlleva una serie de sacrificios. De someterse a la tensión de la incertidumbre. Yo emprendí este camino hace unos cuantos años. Mi trabajo en el máster y mis clases, por ejemplo, son un complemento que me permite una absoluta independencia en mi trabajo creativo”.
En cualquier conversación con compañeros del Máster siempre sale a relucir esta necesidad y esa felicidad que proporciona. La escritura es agridulce: con tantas satisfacciones como frustraciones. Pero, supongo, que es como todas las artes. Por eso, lugares como la Escuela de Escritores son imprescindibles para encontrar el apoyo que alimenta el crecimiento personal y la técnica y guía que cualquiera necesita para enfrentarse a un texto.
Este curso, en el primer año del Máster encontramos que la mitad de los alumnos vienen de fuera de España y que una gran parte de ellos ha roto con su vida anterior, ha dejado su trabajo, para poder dedicar dos años de su vida a aquello que les apasiona.
Uno de ellos es Humberto Franco, que viene de México, buscaba un posgrado enfocado a la creación literaria y consideró el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores como el más completo. Para dedicarse al máster ha renunciado a su carrera como abogado, a una vida con mayor seguridad financiera. Nada mejor que sus palabras para saber cuál es el objetivo que pretende alcanzar: 
“Mi primer objetivo con el máster: ¡disfrutarlo! No mandé a volar mi carrera en México por venir a pasármelo mal. Eso, definitivamente. Por supuesto, mi objetivo es la creación literaria; formarme como escritor. A partir de este momento, mi objetivo es aprender a escribir las historias que quiero escribir, pero con calidad”.
La historia de Juan Mateu es similar. Escogió el máster porque tras un curso en la escuela, descubrió la importancia de la técnica y quiso profundizar en el oficio de escritor. También ha renunciado a importantes cosas por la escritura:
“Pude compatibilizar el curso de iniciación a la escritura con mi trabajo, pero no el Máster, que hoy ocupa todo mi tiempo. Así que, tras dedicar nueve años a las finanzas, el mismo día que me ofrecieron un ascenso, 20 de junio de 2011, anuncié mi despido. Esa misma semana terminé mi relación con mi novia, pues tuve que elegir, y me reinstalé en casa de mis padres.

Mi objetivo con el Máster es profundizar en la técnica y desarrollar mis conocimientos, también mi criterio como lector, así como entrar en contacto con un mundo ajeno a mi entorno y, con suerte, encontrar un hueco para vivir de lo que siempre he querido”.

Otro testimonio relevante, el de la venezolana Susana Marrero:

“Elegí el Master para hacer de la escritura un oficio, es decir, dejar de ver mis relatos como al pasatiempo de los fines de semana. Busco escribir todos los días y hacer de esto la profesión en la me desempeñe hasta que la memoria calle y deje de producir historias. Para ello dejé a un marido y a dos hijos al otro lado del Atlántico. Y sí, valió la pena”.

Después de conocer declaraciones como estas, estando al tanto de que no son los únicos (y conociendo la situación económica de España), la pregunta más lógica sería: ¿están locos? La contestación la dan los propios alumnos del máster. Porque la mejor respuesta es saber porqué escribe cada uno de ellos, qué es lo que sienten.

Comenzamos con la respuesta del metafísico Germán Barrera, de Medellín, Colombia: “Neruda diría “para no morirme”, y yo pienso igual, aunque lo diría distinto: escribir y escribir, para vivirme. Solo para vivirme”.

“Mi madre conserva todo lo que escribía de pequeño: cuentos breves, cómics, entradas sueltas, tonterías. Con diez años estaba obsesionado con una chica mayor que yo y que no me hacía caso; pues bien, la convertí en ficción y viajé con ella por el mundo; y a través de la mentira, hoy, casi veinte años después, tengo un recuerdo nítido de la verdad. Lo que siento, lo que me aporta la literatura, no ha cambiado desde entonces”. Juan Mateu.

“La escritura, para mí, es un modo de evasión, de negación. Hay muchas cosas que no me gustan de la realidad que muchas personas me han querido imponer. Escribir es una forma de dar forma tangible a mis sueños. Una vía de escape a otros lugares, a reencontrarme con sentimientos y anhelos que guardo desde la infancia. Ante todo, soy muy feliz escribiendo. Sentirme rodeado de libros me llena como ninguna otra cosa en la vida. Lo noto hasta en el sistema inmunológico (valga el ejemplo): este año ninguna gripa me tuvo tumbado en la cama”. Humberto Franco.

¿Por qué escribir? Porque no puedo evitarlo. Soy así. Como ya he dicho, durante diez años no junté una sola letra que no estuviera dentro de un informe. Era consciente del extrañamiento que produce la literatura al que intenta crearla, me acojoné (perdón por la expresión, pero eso fue: estaba cagada de miedo) e intenté por todos los medios olvidarme del tema. Hice todo lo que se supone que tiene que hacer un “buen ciudadano” de nuestro tiempo, trabajé, ascendí, ganaba mucho dinero, tenía una relación estable con planes de boda y todo (…). Pero todo aquello no me llenaba. No pude olvidarme de la escritura por mucho que intentase “entontecerme” (y créeme, cuando me pongo en serio con algo, me pongo en serio). La sensación era la de estar viendo siempre el otro lado de las cosas, de estar escuchando siempre la cara B de un disco del que la gente solo conoce el single. Vamos, que me sentía un tanto marciana. Escribir me permite no solo expresar mi visión de las cosas, sino abrazarla. En vez de tener que estar desdoblada, al escribir me siento reunida. Ahora siento que llevo la vida conforme a mi propio criterio, no a uno impuesto o “convencional” y hago lo que resulta más coherente con eso: escribir. De pequeña decía que yo no tenía una vocación determinada; ni quería ser médico, ni monjita ni bombero; a mí lo único que me gustaba en la vida era pensar, darle vueltas a las cosas. Y escribir es eso: darle vueltas a los temas hasta que alcanzas su esencia”. Lucía Hernández-Canut.

 Después de todo, sobre el futuro, en estos momentos, sobra hablar. Seguramente en unos meses (quizá algo más) esta periodista y escritora en ciernes tendrá que volver a referirse a alguno de ellos en otro artículo para PopPol, contando qué es de su vida y de su éxito. La reflexión, por el momento, es que cuando las letras se sienten dentro, el ansia es escribir, y escribir bien. Lo demás si viene, vendrá; y si no, no importa.

Amanda Franco @AmyHazelnut

2 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena, Amanda! Un artículo escrito con lo que a ti te sobra: ¡pasión!

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  2. Emocionante presentación de quienes vivimos por las letras. Sinceridad que enaltece a quien la escribe y llena de orgullo a quien la lee. Confirmación de que nuestra estirpe sigue fuerte, que estos cogollos crecerán en la medida de su esfuerzo y leeremos calidad y técnica como aderezos de una pasión interminable, escribir.
    Wilfredo Bohórquez

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