“La voz de Eurovisión se ha apagado”. El titular, a medio camino entre el emotivo homenaje y la suprema cursilería, se contagiaba de tweet a tweet, de retweet a retweet y de periódico nacional a periódico nacional. Tres de los principales medios diarios de referencia (El País, El Mundo y ABC) se hicieron eco de la noticia y, en vez de utilizar el contraste de fuentes que te enseñan por activa y por pasiva desde primer año de facultad, decidieron anunciar lo siguiente en sus ediciones digitales: La muerte de José Luis Uribarri. Una noticia tan jugosa no podía esperar a pasar por el filtro de la veracidad. Que en redes sociales como Twitter se diga tanto y tan alto era sinónimo por tanto de la muerte real de este personaje público para estos medios.
A veces la fiabilidad de las redes sociales está cercana a la del prehistórico boca-boca. ¿De qué sirve poder enlazar en 140 caracteres a medios y poder seguir sus noticias de última hora si no hay links fiables? Sé que el caso Uribarri es algo extraordinario. A veces, no seguir el criterio del contraste de fuentes funciona y resulta que lo dicho es verdad. Sí, lo es, pero sin el proceso necesario para fabricar una información de calidad. Pero casos así dejan patente la necesidad del periodismo -una red social en sí misma no es suficiente- y de medios profesionales y, sobre todo, de que los trabajadores de dichos medios hayan asentado bien los conocimientos básicos de cómo ser periodista en vez de correveidile. La triste filosofía actual es la siguiente: Se da la noticia, conseguimos visitas y luego, si es necesario, damos fe de error. No, no y no. La probabilidad de que aún haya gente que crea que el retransmisor de las galas de Eurovisión está muerto es altísima.
La noticia olía a rancio desde el primer momento, debido a que por unos minutos tan sólo estaba colgado online el hecho de que Uribarri se debatía entre la vida y la muerte en un centro hospitalario. Sin embargo, en los twitlist del mayor porcentaje de usuarios españoles solo se alcanzaba a leer “Descanse en Paz” y similares. Aún sin desmentir la noticia me acordé de los magistrales últimos quince minutos del capítulo de Newsroom: I’ll try to fix emitido en Estados Unidos el 15 de julio, tan solo tres días antes de esta metedura de pata de los medios nacionales españoles (atención: de los dos lados ideológicos). Cuando finalmente leí la rectificación, el tímido aplauso que se mereció en su momento la serie de Sorkin se conviertió en un auténtico vitoreo.
Para el que no esté familiarizado con la serie, Newsroom es el nuevo estreno en televisión del creador de El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, 1999-2006), que se centra en la redacción de noticias de uno de los canales principales (y ficticios) a nivel nacional, ACN, con uno de los presentadores más polémicos -y profesionales-, Will McAvoy, interpretado por Jeff Daniels.
En estos últimos minutos en los que ya se había entretenido al espectador en el desarrollo de la trama episódica y la evolución sentimental de cada personaje de repente todo se corta. Todo se interrumpe en la redacción cuando instantáneamente asalta la noticia de que una congresista de Arizona, Gabrielle Giffords, ha sido disparada en la cabeza en mitad de un evento público. Poco a poco los medios de la competencia entre los que nombran a NPR, Fox, MSNBC y CNN dan la noticia de su muerte. La cadena presiona a treinta segundos de emisión en directo al propio Will. “Every second you’re not current, a thousand people change the channel with the guy who is. That’s the business you’re in”.(“Cada segundo que no estás actualizado mil personas cambian el canal al tío que sí lo está. Ese es el negocio en el que estás”) le presiona el productor. Don, otro de los personajes rivales a Will, se pone de la parte del presentador y le contesta “It’s a person. A doctor pronounces her dead, not the news” (“Es una persona, un doctor dicta su muerte. No las noticias”). Tan solo un minuto después (suficiente para demostrar la poca profesionalidad de un medio), el corresponsal de la cadena ACN confirma que la congresista no está muerta. La cadena ficticia de Sorkin es la heroína. El conjunto es una secuencia brillante, contenida, emotiva y tensa -a lo que ayuda también la inclusión de la canción de Coldplay Fix you-.
Una pena que en este caso la cadena salvadora se queda en la ficción americana. Hubiera estado bien que alguno de los editores españoles hubiera estado al día de la serie de moda americana para evitar fallos tan garrafales.
Juan Bernardo Rodríguez @MrJotaBe
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