domingo, 25 de noviembre de 2012

El movimiento estudiantil reaviva la lucha


La coyuntura económica y política que atraviesa España en estos momentos tiene un efecto directo y visible en la población: desempleo, subida de impuestos, disminución de ayudas sociales, recortes económicos en los servicios públicos básicos como eduación y sanidad. Y es en este contexto en el cual se dan las condiciones idóneas para la actuación de los movimientos sociales, ya que aunque estos tengan presencia permanente en la sociedad, es ahora, en una situación de elevado descontento y tensión social,  cuando la presión que ejercen puede obtener mayores resultados.

El movimiento estudiantil, a diferencia de la mayoría de movimientos sociales, no se caracteriza precisamente por su contínua permanencia en el tiempo, así que despierta tras cuatro años de letargo decidido a reaparecer pisando fuerte pero avanzando despacio, ya que en su memoria queda el fracaso de la lucha anti-bolonia. En España el movimiento ha llevado siempre un discurso principalmente académico, en 2001 contra la LOU (Ley Orgánica de Universidades), en 2008 contra el Plan Bolonia, y este año extiende su discurso en el ámbito político: contra los recortes y en defensa de una universidad pública de calidad, alejada de planes de estudio orientados al mercado laboral, autónoma y democrática.

Bases de la educación universitaria
Actualmente la enseñanza universitaria española a nivel estatal está regulada por la Ley Orgánica de Universidades (año 2001, LOU), por la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Universidades (año 2007, LOMLOU), por un Real Decreto Ley 1393/2007 en el que se concreta la adaptación del sistema español al Espacio Europeo de Educación Superior, conocido también como “Plan Bolonia”, y por el Real Decreto Ley 14/2012 promulgado el 20 abril por el que se establecen medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo.

Regulación de la enseñanza universitaria española. Elaboración propia.


Es paradójico que el movimiento social que agrupa y representa a los estudiantes universitarios haya rechazado las tres últimas reformas legislativas que se aprobaron con el fin de mejorar la enseñanza superior española. Y es que es desde dentro de las propias instituciones y colectivos sociales desde donde deberían salir las propuestas de cambio y mejora, ya que son ellos los que mejor conocen sus necesidades.
 

Pero volvemos a lo de siempre: la clase política gobierna al margen de los ciudadanos ejecutando leyes que van contra los intereses de los mismos, haciendo caso omiso a sus reivindicaciones y propuestas. Ante esta mecánica de actuación, el movimiento estudiantil “propone la apertura de un debate público para que sea la propia sociedad la que elija democráticamente el proyecto educativo que quiere” como afirma Julio Martínez-Cava, portavoz del movimiento estudiantil en Madrid y representante de estudiantes de la UCM (Universidad Complutense de Madrid).

Evolución del sistema universitario

Pero el problema viene de lejos, en los años noventa, cuando el sistema universitario heredado del franquismo quedó obsoleto y era necesaria una reformulación de la universidad y otorgarle una nueva finalidad a la institución, ni las autonomías, ni el ministerio, ni los profesores, ni los alumnos tenían un proyecto sólido. Mientras que en Europa se gestaban los inicios del llamado Plan Bolonia, en España el primer movimiento fue cambiar la estructura interna de la universidad pública y asentar la universidad privada, a través del Informe Bricall (Informe Universidad 2000) y la LOU  (2001). Ante esto el movimiento estudiantil manifestó su rechazo movilizándose contra ambas medidas. Por esos años Luis Alegre Zahonero, profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, era estudiante y recuerda como “en 1999 arrancamos con las movilizaciones contra el Informe Bricall y la mercantilización de la Universidad, la motivación fue y ha sido siempre la misma: detener el plan de demolición sistemático cuyo diseño se realizó en la OMC [Organización Mundial del Comercio] en los años 90”. Pero la respuesta del movimiento no contaba con un proyecto concreto en contraposición al que se planteaba desde las oligarquías y éstas movilizaciones fracasaron. Aunque la falta de un proyecto alternativo no fuera la única causa de esa derrota, constituye una debilidad no sanada hasta el momento.                


Cartel en la Facultad de Filosofía y Filología (UCM) durante la jornada de lucha estudiantil del 11 de octubre de 2012.


 
Después vino la liberalización de la universidad, permitiendo que fuera la propia institución la que decidiera y modificara los títulos que otorgaba, igualando universidades públicas y privadas. Y por último, las actuales reformas que se aplican a la universidad pública española pretenden hacer que la gestión de la universidad sea como el de una empresa privada y esté supeditada al tejido económico, al mercado de trabajo. En este último paso la crisis ha servido de acicate y coyuntura para acelerar la aplicación de una serie de medidas (recortes, subida de tasas) que estaban decididas desde principios de siglo, pero que en un contexto económico distinto no hubieran podido salir adelante. Poco se habla de la Estrategia Universidad 2015, proyecto que plantea grandes cambios en el sistema universitario, ya que no está siendo tan mediática como el Plan Bolonia, debido a que las reformas que estaban previstas en este plan se han visto frenadas por la falta de presupuesto y se están llevando a cabo bajo otro nombre pero con la misma determinación.

 
 
El Movimiento Estudiantil en España

La generación de estudiantes que ocupa hoy las aulas de las universidades españolas es fundamentalmente la de los nacidos en la década de los 90, es decir, aquellos que no han conocido, ni probablemente habrán oído hablar, de la lucha anti-LOU, y que han entrado a la universidad como estudiantes de Grado por lo que la lucha anti-Bolonia les pilló estudiando en el instituto. Y si a esto se le suma que son la generación que creció en la España del auge económico, del consumo desmedido, del boom de la construcción, del bienestar social... resulta un individuo con ningún recuerdo ni conocimiento de lucha social, lo que perjudica directamente a la movilización estudiantil tan necesaria en estos días.

Otro aspecto que debilita al movimiento estudiantil es su composición, ésta determina que su carácter sea cíclico por nutrirse de individuos que cursan estudios superiores (universitarios, formación profesional, máster), cuya duración es limitada y por tanto a corto plazo dejarán de formar parte del movimiento estudiantil. Esto provoca que el movimiento se renueve y reinvente continuamente, y los líderes cambien cada cuatro o cinco años. Esta condición es una de las principales causas de la repetición de los errores en los métodos, discursos y programas a lo largo de los últimos años, por ello la formación de los militantes dentro del movimiento es fundamental para evitar repetir los errores del pasado.


Pancarta en la Facultad de Ciencias Políticas de la UCM en el 2008.


Entre las filas del movimiento estudiantil costó aceptar la derrota contra la LOU, lo que generó un estado de desconfianza y desánimo en los años siguientes. En el curso 2008-2009 estallaron con fuerza las movilizaciones contra el proceso de Bolonia, que aunque no conquistaran el objetivo de parar la reforma, consiguieron devolver en el 2009 las competencias de educación universitaria al Ministerio de Educación,  ya que éstas se encontraban antes en el Ministerio de Ciencia e Innovación.                                      

La acción fallida contra el Plan Bolonia provocó que el movimiento dejara de creer en su fuerza y se debilitara mucho. Sin embargo las circunstancias sociales, económicas y políticas son distintas a las de esos años, y el movimiento está volviendo a confiar en sí mismo. Como recuerda Luis Alegre “es fundamental que no olvidemos el enorme poder político que tiene la Universidad, especialmente una Universidad como la Complutense, por su tamaño (cerca de 100.000 estudiantes concentrados a diario), por su tradición de resistencia y por su ubicación”. El movimiento estudiantil se está levantando para cargar contra el ataque que está sufriendo la educación en general y la universidad pública en particular. “Hemos recuperado el movimiento estudiantil en solo dos años, teniendo en cuenta que la última acción acabó en derrota” sentencia Julio Martínez-Cava.  

Organización de la lucha 

El movimiento estudiantil dispone de gran autonomía, y en él confluyen estudiantes de diversas ideologías y distintas corrientes políticas, lo que le dota de una heterogeneidad singular. Es un movimiento que pretende organizarse a través del órgano más democrático: la asamblea. Las asambleas son el motor del movimiento, cuya organización horizontal da a todos los miembros el derecho a expresarse libremente, y en donde todos los votos y opiniones tienen el mismo valor.          

En octubre de 2011 surge la plataforma tomalafacultad como coordinadora en la que agrupar las asambleas de estudiantes de las universidades madrileñas. A ella solo se han sumado las asambleas de las universidades públicas: la Universidad Complutense, la Autónoma, la Politécnica, la de Alcalá de Henares, la Carlos III y la Rey Juan Carlos. Esta plataforma dota al movimiento estudiantil madrileño de un espacio de organización colectivo, en el que poner  en común las iniciativas y demandas de las asambleas que realiza cada universidad pública, semanal o mensualmente, para poder trabajar y realizar acciones conjuntamente, por ejemplo acordar la misma fecha para una jornada de huelga.


Manifestación en Madrid por la universidad. Fuente: EFE.


A nivel estatal el movimiento estudiantil lleva desde el curso pasado utilizando todas sus herramientas de lucha para hacerse ver y oír, tanto aquellas ligadas a la presión social (manifestaciones, huelgas, actos públicos, encierros…) como aquellas que van ligadas a las instituciones educativas (los representantes de estudiantes que forman parte del movimiento cristalizan las demandas del mismo a nivel de Junta de Facultad, de Claustro Universitario…). 

La falta de coordinación estatal del movimiento, que es una de las debilidades del movimiento estudiantil en España, está cambiando en los últimos meses. Reflejo de ello es el encuentro a nivel estatal que está teniendo lugar este fin de semana, los días 23, 24 y 25 de noviembre en Barcelona y Sevilla simultáneamente, de estudiantes que participan del movimiento estudiantil, con el que se pretende tejer una red entre las universidades españolas para una mejor comunicación y una coordinación de las acciones para así aunar fuerzas.       


Encierro en la facultad de Filosofía y Filología (UCM) en marzo de 2012. /Fotogracción.org

El calendario de invierno del movimiento estudiantil trae muchos días marcados, no le temen al frío porque su fuego se está avivando, y motivaciones para luchar por lo que creen les sobran. Les sobran motivos a los estudiantes que luchan ahora, como Julio: “luchar por algo que es justo, digno y necesario como es garantizar a la población el derecho a algo tan básico como la educación”. Y a los que lucharon antes, cuando eran estudiantes, y hoy apoyan al movimiento desde el lado del profesorado, como Luis: “En una sociedad como la nuestra, es un suicidio intelectual destruir como se está haciendo la institución universitaria”. La causa del movimiento estudiantil queda legitimada, no siendo otra que la de defender y proteger el patrimonio social que es la Universidad, donde producimos el más preciado bien común: el conocimiento.

Blanca Gordaliza Parra @Blancs11
                                  

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