viernes, 19 de octubre de 2012

La crisis y el deporte


Absténganse de leer los que consideran al fútbol como deporte de referencia.

Hace algunas semanas el CSD anunció que las subvenciones a las federaciones deportivas iban a reducirse en un 34%. Muchos se han sorprendido ante esta noticia, más aún después del éxito de los deportes “minoritarios” en los últimos Juegos Olímpicos. Hay que recordar además que este recorte a las que de verdad hace daño es a las federaciones pequeñas, las que, casualmente impulsan los valores del deporte con mayor fuerza.

Como siempre en estos casos, los mayores perjudicados son los deportistas. No hablo de los que obtienen mucho dinero con esto, ni siquiera de los ganadores de medalla en Londres 2012, sino de los que están por llegar. Esta reducción del presupuesto de las federaciones es hipotecar el futuro del deporte español. Las federaciones tratarán de cumplir sus objetivos con los deportistas consagrados, los que ya están en la élite, y comenzarán a olvidarse de la base, esa que, dentro de unos años será la que represente al país. Deportes que tantas alegrías han dado a la sociedad española como el waterpolo, el balonmano, la natación, el atletismo (éste con problemas deportivos mucho más graves) o la vela están contra las cuerdas.

Muchas son las voces que claman contra la decisión del CSD, pero es inevitable reducir esas subvenciones, más aún teniendo en cuenta que los derechos en sanidad y educación comienzan a tambalearse. Lo que no es aceptable es que se ahogue al deporte de esta manera, ya que este mundo podría sobrevivir sin las subvenciones del gobierno. El problema reside en la falta de flexibilidad en la Ley de Mecenazgo, y no sólo lo digo yo. Si esa ley cambiase, los deportistas podrían financiarse de forma más cómoda, a través de patrocinadores privados.

Numerosos países europeos han comenzado a desarrollar este tipo de leyes acercándose a modelos deportivos mucho más favorables con el deportista, como por ejemplo el estadounidense. Gracias a estos cambios en las leyes, el deporte en general y los deportistas en particular dejan de depender de ayudas públicas para comenzar a financiarse a través de patrocinadores o mecenas privados.

Pero como toda solución a un problema acarrea otro, esta no iba a ser menos. En este caso la dificultad radica en la sociedad, como casi siempre. En este país estamos acostumbrados a vivir del Estado (no, no es una crítica al sistema de ayudas sociales) y, por un lado, ni los deportistas intentan buscar patrocinadores, ni, por el otro, los posibles patrocinadores entienden las ventajas que supone invertir en el deporte. Las ayudas estatales son buenas, por supuesto, pero excesivas en este mundo del deporte en el que la empresa privada invierte poco.

Nacho Barranco @ridebikesbf



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