martes, 3 de diciembre de 2013

Filipinas sigue ahogándose

El pasado 7 de noviembre el tifón Haiyan, el ciclón más intenso que haya tocado la tierra en la historia, azotó la isla de Samar en Filipinas. Los resultados fueron devastadores: más de 5.600 pérdidas humanas, a las que se suman daños materiales que, a largo plazo, podrían suponer muchas más.
Y es que, a la brutalidad e imprevisibilidad del primer impacto de los desastres naturales, se le suman las terribles consecuencias que persisten en el medio y largo plazo, cuando la óptica de los grandes medios internacionales abandona las áreas devastadas por el desastre.

Las costas filipinas quedaron devastadas tras el pasó de Haiyan. Fuente: FAO

Es un hecho conocido que los criterios de noticiabilidad varían según el país en el que se produce la catástrofe natural. Mientras cada mes de agosto las pantallas de nuestros televisores se llenan de actos que rememoran la devastación que causó el huracán Katrina, ¿alguien sabe algo de Haití? A apenas unos centenares de kilómetros de las costas de Florida, donde el Katrina golpeó con mayor virulencia, se encuentran 320.000 personas que siguen sin hogar tras el terremoto que sacudió Haití en 2010. Sin embargo, estas cifras parecen insustanciales para los grandes medios. Y es un hecho asimilado en el imaginario colectivo que "sino sale en los medios, no existe". Ahora el drama del olvido mediático, que lleva implícito también una suerte de "muerte humanitaria" en tanto en cuanto muchas de las donaciones particulares derivan del impacto que las imágenes que observan desde los medios, se cierne sobre Filipinas.

Si bien el llamamiento que realizó la FAO el 12 de noviembre, por el que pedía 24 millones de dólares americanos para paliar los daños más inmediatos del huracán, fue un éxito, los motivos para la alegría finalizan aquí. Como advirtió el organismo especializado de Naciones Unidas, a través de Dominique Burgeon, director de la División de Operaciones de Emergencia y Rehabilitación de la FAO, "la siembra de esta temporada, principalmente arroz de regadío, se encontraba ya avanzada y se espera que los cultivos se vean seriamente comprometidos. Si queremos evitar que regiones enteras del país tengan que depender de la ayuda alimentaria, debemos actuar ahora para asistir a las familias vulnerables para plantar o replantar a finales de diciembre". No conviene olvidar, en este sentido, que el arroz es el alimento básico en Filipinas.






Nos encontramos por tanto ante un problema complejo. Por un lado las necesidades alimentarias inmediatas prácticamente están cubiertas pues, gracias a las donaciones procedentes de Bélgica, Suiza, Reino Unido y el Fondo Central de Respuesta a Emergencias de la ONU, se han distribuido entre los habitantes del país asiático semillas de hortalizas que ayuden a subsistir a las familias filipinas en el período anterior a la próxima cosecha. No obstante, por otro lado, las previsiones de recuperación se antojan lentas dado que, en un país eminentemente agrícola como es Filipinas, los daños en la agricultura son profundos.


Por ello, a la previsión inicial de 24 millones de dólares, la FAO ha añadido un nuevo llamamiento para conseguir otros 11 millones de dólares, que irían destinados a labores de desescombro en las tierras agrícolas y a la limpieza de los canales de riego con el objeto de evitar pérdidas irreversibles en la producción. Además, el organismo  ha puesto en marcha un sistema que ofrece dinero en efectivo y alimentos a cambio de trabajo en las áreas destruidas por el tifón, con el fin de lograr rehabilitar las infraestructuras y evitar así crisis de seguridad alimentaria y de medios de subsistencia entre los 2,5 millones de personas que, según datos de la organización, necesitan actualmente ayuda en el país. Dos millones y medios de personas que, como recuerdan desde diversas organizaciones humanitarias, no pueden volver a convertirse en una mera cifra que archivar en las hemerotecas. 

Sabela Paz

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