jueves, 27 de septiembre de 2012

EL 25-S ME QUEDÉ EN CASA


En primer lugar, tengo que decir que entiendo que la ciudadanía no sólo tiene el derecho a manifestarse, sino que incluso podría verse como una obligación: el deber de decirles a sus representantes políticos qué es lo que quieren y cuáles son sus necesidades. Además comparto con aquellos que salieron a la calle el convencimiento de que el Gobierno no goza del grado de legitimidad en el que se escuda  para expoliar el Estado de Bienestar, ya que sólo llegó al poder mediante el engaño más reprobable. 


Por si no parecía suficiente para ir al Congreso el martes, tengo que reconocer que nuestra Constitución y el proceso del que fue fruto tiene multitud de aspectos que no comparto (incluida la imagen ejemplar que se vende de y desde la Transición). Incluso voy a ir más lejos. Parece que lo que algunos denominan como "clase política" es incapaz de solucionar nuestros problemas ni rechazar los ataques de aquellos poderes frente a los cuales, finalmente, supuestamente se arrodillan.
Como veis tengo todos los motivos para la indignación, por lo que además encajo perfectamente en el perfil de aquellos que se manifiestan en Neptuno. Sin embargo, disiento en algo fundamental con aquellos que pedían la dimisión del Gobierno y el inicio de un nuevo proceso constituyente. Confío plenamente en aquellos que se encontraban en el interior del Congreso de los Diputados como única forma realista para el cambio. Estoy convencido de que más del 99% de los que allí se sientan trabajan por y para los ciudadanos.
La indignación es un motor muy fuerte para que los ciudadanos se muevan, pero cambios tan profundos como los que pretendemos realizar no pueden nacer únicamente de esa indignación. Desde mi punto de vista es necesario que vayamos incorporando a las agendas de los Partidos Políticos nuestras pretensiones, huyendo de populismos que no favorecen a nadie. Por tanto, es fundamental que dejemos de ver a nuestros representantes como los únicos culpables de nuestra situación y devolverles la confianza que necesitan como herramienta para reconstruir el canal de comunicación que existía entre "ellos" y "nosotros" y que ambos hemos roto.



Eder García Ortega, @ederrrgarcia

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